Ucrania, la batalla cercana

Mientras las operaciones impulsadas por Washington, para aislar a Rusia, pareciera no estar teniendo efecto. A las sanciones económicas y comerciales de todo tipo, que está recibiendo, hay que agregarle las sanciones a nivel casi pueril, pero que sí sirven para generar sensación de aislamiento en el pueblo ruso

Por Guadi Calvo / Línea Internacional

Quizás la decisión del presidente ruso Vladimir Putin, de invadir Ucrania, sea absolutamente desacertada, aunque hay que reconocer también, que es la única opción que los Estados Unidos y la OTAN le han dejado.

La alianza atlantista desde el jueves 24 de febrero, sin duda festeja cada misil lanzado por el ejército ruso como propio y cuantas más víctimas produzca mucho mejor. Sabiendo que cuanta más destrucción se pueda constatar, más razón estarán dando a sus advertencias sobre las “aberrantes” intenciones del Kremlin. Que está demorando la toma de Kiev, solo para evitar en lo posible la muerte de civiles y regalarles esa portada a los medios pro estadounidenses, prueba de ello es que una columna de blindados rusos de más de sesenta kilómetros, desde hace tres días se encuentra detenida a las puertas de la capital. La reciente toma de Kherson, la segunda ciudad del país y el cerco sobre la capital, indican que las tropas rusas están iniciando la fase final de la operación, que de ninguna manera habrá que entender como el final de la guerra, sino como la entrada a otro estadio, en el que los miles de mercenarios con que Washington piensa continuar sus acciones contra Moscú, entrarán en acción de manera desembozada, por lo que preparémonos para asaltos a puestos militares, atentados y esa extensa parafernalia de acciones que la CIA, tan bien sabe jugar en las guerras híbridas, por caso en Siria o Irak.

No sabemos si junto a Biden, como pasó con Carter, hubo junto a él un Zbigniew Brzezinski, que saltó de su asiento festejando la invasión del Ejército Rojo a Afganistán, pero sin duda todos sus ministros y consejeros tienen el mismo deseo: que Ucrania se convierta en el Afganistán de Vladimir Putin. Y eso el presidente ruso, lo sabe mejor que nadie, por lo que tampoco hay duda que lo va a evitar por todos los medios, sabiendo que no solo se está jugando su destino político e incluso su vida, sino los destinos de Rusia, que incluye la posibilidad de su existencia, ya que, si esto deriva en un proceso similar al de Afganistán, esta vez occidente no va a detenerse hasta trozar a la Federación de Rusia en decenas de pequeños estados, muchos con potencial nuclear, que derivaran en guerras territoriales, corriendo el riesgo de tener una guerra a la yugoslava extra large, que se extenderán por décadas.

Según algunas fuentes la inteligencia rusa habría errado en el análisis acerca de cómo iba a reaccionar la población ucraniana, considerando que se generaría un movimiento local que derrocaría al presidente Volodímir Zelenski, a quien los medios internacionales han convertido en un advenedizo héroe, quien además sin ninguna posibilidad de error, en octubre próximo, de no suceder algo inimaginable, será canonizado con el Premio Nobel de la Paz, con la misma coherencia de la academia sueca al hacerlo con genocidas cómo Barack Obama, la birmana Aung San Suu Kyi o el etíope Abiy Ahmed.

Zelenski el nuevo niño mimado del Imperio, fue ungido como tal, tras la conferencia de Seguridad de Múnich en febrero pasado, en la que ofreció a su país, junto a sus 44 millones de habitantes como carne de cañón para los sueños atlantistas contra Rusia. De todos modos, cada noche Ucrania duerme a las puertas de la Unión Europea y la OTAN, sin cobijo y a la intemperie. Lo que pasado una semana del inicio de las acciones parece haber descubierto, por lo que ahora, fiel a su estilo mendiga de manera desesperada una entrevista personal con el presidente ruso, cómo “única forma de detener la guerra”.

Mientras las operaciones impulsadas por Washington, para aislar a Rusia, pareciera no estar teniendo efecto. A las sanciones económicas y comerciales de todo tipo, que está recibiendo, hay que agregarle las sanciones a nivel casi pueril, pero que sí sirven para generar sensación de aislamiento en el pueblo ruso, como la expulsión de equipos y deportistas, que le impedirían participar de eventos de la magnitud como el Mundial de Fútbol que comenzará en Qatar el próximo noviembre o la defensa que tendrían que hacer el equipo ruso de la Copa Davis, que ganó el año pasado, entre infinidad de medidas nimias, de las que sus perpetradores tendrán que dar cuenta oportunamente.

Rusia además de esas operaciones está soportando, una campaña mediática en su contra jamás vista en la historia, en las que las fac news, fotografías y videos de hechos de otras guerras, que se publican y viralizan como sucedidas en Ucrania, incluso algunas de ella son imágenes del genocidio que Ucrania viene practicando contra las repúblicas de Donetsk y Lugansk, sin que a los responsables de esas falsedades se les mueva un músculo de la cara. Mientras que Zelenski, quien ha salido a recoger la lastima y limosnas del mundo, y está dispuesto a llevar a su pueblo al holocausto, con tal de quedar en la historia, llama a mercenarios y neonazis de todo el mundo a luchar por su causa por lo que ya ha anunciado Moscú que estos agentes no serán considerado prisionero de guerra.

Mientras que la prensa internacional nada dice del cierre de la prensa opositora en su país, como los canales de televisión: 112 Ukraina, ZIK, News One», y el portal Strana Ua. Dejando a los medios adscriptos a Zelenski la libre difusión acerca de las “atrocidades” cometidas contra la población civil, la resistencia victoriosa, las bajas rusas que ya serían cerca de veinte mil, mientras que los soldados ucranianos parecerían ser inmune a las armas enemigas. Más allá de la desinformación, por patética que fuera, lo que sucede en Ucrania no es para tomarlo en gracias, entendiendo que tanto Rusia, como los Estados Unidos y sus socios, se están jugando allí su destino, dibujando una nueva reconfiguración mundial, de la que nadie saldrá indemne, por lejos que se encuentre de la batalla.

La maldición de Noé

No vamos a descubrir en estas páginas la trágica agonía de los pueblos negros, que padecen desde tiempos bíblicos. Teniendo como punta de partida la maldición que Noé, lanzó sobre su hijo Canaán (en hebreo quemado o negro) por toda la eternidad a él y sus descendientes: “Siervo de siervos será a sus hermanos” (Génesis, 9, 25), la sentencia se ha cumplido hasta hoy contra los negros de todo el mundo. Lo que por estos días se está verificando en los puestos fronterizo entre Polonia y Ucrania, naciones particularmente temerosas de Dios, donde se sigue castigando a los centenares de refugiados africanos que vivía en Ucrania, postergándolos, en el mejor de los casos, para completar los trámites migratorios, de los que los ucranianos, estimamos blancos, pueden sortear sin ningún requisito.

Se ha conocido que a muchos ciudadanos negros se le ha impedido abordar buses y trenes que partían desde diferentes ciudades de Ucrania rumbo a las fronteras occidentales. Ciudadanos de Kenia, han denunciado que han pasado horas esperando ser atendidos por los guardias fronterizos ucranianos, que daban prioridad a sus connacionales. Tras cruzar la frontera y llegar a Varsovia, la discriminación no menguó, ya que en un hotel de la ciudad donde los migrantes ucranianos eran alojados gratis, los africanos fueron rechazados a pesar de intentar pagar su alojamiento.

También se conoció que el pasado sábado 26, cuando un bus, se encontraba a punto de cruzar la frontera, el vehículo fue detenido a la entrada de Polonia y las autoridades de Varsovia indicaron que: “No se aceptan negros”, `por lo que varios pasajeros han tenido que aperase en mitad del camino, bajo una rigurosa nevada.

Las denuncias desde el pasado lunes primero han comenzado a amontonarse en las redacciones de todo el mundo, donde se describe como grupos nacionalistas polacos, alentados por falsa información que corre en las redes sobre crímenes que habría cometido africanos y también personas provenientes del sur de Asia, Medio Oriente y del Caribe, son atacados por estos comandos neonazis.

Los fascistas vestidos con ropas negras, buscan en las ciudades y pueblos fronterizos, particularmente en la ciudad de Przemyśl, migrantes no blancos y con los gritos xenófobos de siempre, sabemos que la creación literaria no es lo de ellos, proceden a golpear y saquear las pertenecías de los “invasores” generando trifulcas que ya han provocados la internación de tres ciudadanos indios. Algo que es frecuente en Polonia donde cientos de ciudadanos sirios, afganos, iraquíes y kurdos, son permanentemente hostigados por las autoridades locales.

Dada la situación el Ministerio de Relaciones Exteriores de Nigeria informó que iniciaría una operativo para repatriar a los más de mil trescientos compatriotas varados en países vecinos de Ucrania, en tres aviones fletados con ese fin, medidas similares según la anunciado van a tomar los gobiernos de Ghana, Sudáfrica y Costa de Marfil. El embajador sudafricano en Ucrania, había informado que en ese país antes de la acción de Moscú, eran cerca de 16 mil estudiantes del continente africano que cursaban diferentes carreras en universidades de ese país, dado los bajos aranceles de las casas de estudio. Se estima que son cerca de cuatro mil los estudiantes nigerianos estudiaban en Ucrania, siendo el segundo grupo tras los marroquíes, que representan llegan a ser ocho mil.

En el puesto fronterizo de Medyka-Shehyni, por donde 350 mil de más del millón de personas que abandonaron Ucrania desde el pasado jueves 24, es la propia policía ucrania que impide salir del país a las personas negras. También se conoció que más de una veintena de estudiante jamaiquino provenientes de la ciudad de Kherson, llegaron en tren a Leópolis, una ciudad ucraniana a setenta kilómetros de la frontera polaca, han sido obligados a cubrir el resto del trayecto a pie, ya que les prohibido utilizar buses y trenes gratuitos hacia Polonia.

Según los informes, que ahora llegan con más fluidez, la situación de las personas negras, se hace a cada momento más crítica a pesar de las excusas tanto de Varsovia como de Kiev, que siguen apoyando los berridos del nuevo nacionalsocialismo.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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