Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2016, por la UNESCO, en el verano de este 2024, el gobierno de Tayyip Erdoğan inició una nueva campaña de excavaciones arqueológicas en el rico yacimiento de Ani.
Por Angelo Nero | 30/10/2024
Ani fue la capital de la Armenia bagrátida, un reino medieval que existió entre los años 880-1045, y que convirtieron a esta ciudad en un centro económico y cultural floreciente, una de las más prestigiosas y ricas de Oriente, cada vez más embellecida y fortificada hasta ser conocida como la «ciudad de las cuarenta puertas y las 1001 iglesias». Como toda la Armenia Occidental, quedó bajo dominio turco tras el genocidio de 1915, un genocidio que no dejó, prácticamente, sin armenios toda un vasto territorio que comprendía casi un tercio de la actual Turquía, sino que también fue un genocidio cultural, ya que los ocupantes turcos se encargaron de borrar todo vestigio de la presencia armenia. En su época de máximo esplendor se estima que podía haber llegado a tener más de 100.000 habitantes, aunque algunos historiadores elevaban esta cifra al doble, y que su importancia no era menor que la de Bagdad o Constantinopla, pero ahora es una ciudad fantasma, situada en la frontera militarizada entre Armenia y Turquía.
Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2016, por la UNESCO, en el verano de este 2024, el gobierno de Tayyip Erdoğan inició una nueva campaña de excavaciones arqueológicas en el rico yacimiento de Ani, con la intención de demostrar el pasado otomano de la ciudad, escogiendo como símbolo la Mezquita, según los turcos, la primera de Anatolia. Un documental de la cadena europea Arte TV, “Turquía-Armenia: paz entre las ruinas”, nos señala las distintas interpretaciones sobre este rico patrimonio cultural, que han intentado instrumentalizar políticamente. “Ante todo somos cientificos”, dice el director de las excavaciones del yacimiento de Ani, “pero también tenemos nuestra propia identidad, nosotros somos turcos y también somos musulmanes.” Este documental cuestionará la versión oficial, y ofrecerá testimonios a uno y otro lado de la frontera que confirmará que el legado cultural de la Armenia Occidental todavía se resiste a desaparecer.
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