Todos los caminos llevan a… la granja

Las cadenas de suministro de ganado representan alrededor del 16,5% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por María Villaluenga

La expresión «cambio climático» lleva sonando mucho tiempo, demasiado. Pero en los últimos años se ha convertido en un tema recurrente de medios de comunicación, Gobiernos, líderes políticos, grupos de interés, y todo aquel que juega un papel relevante en este «cambio».

En lo que están todos de acuerdo es en que frenar el cambio climático es un tema urgente y prioritario. Además, forma parte de una cadena indivisible, cuyos eslabones dependen unos de otros. Así, la sostenibilidad, la seguridad alimentaria, la salud humana y el bienestar animal son asuntos transversales a esta preocupación.

Prueba de ello es el trabajo que está desarrollando la Unión Europea en los últimos años. Un trabajo dirigido a que toda la cadena alimentaria cumpla con métodos sostenibles. La última actuación del Parlamento Europeo en esta línea fue la aprobación, por una gran mayoría, del informe presentado por las comisiones ENVI (siglas en inglés de Comisión de Medioambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria) y AGRI (siglas en inglés de Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural) sobre la estrategia De la Granja a la Mesa, «para un sistema alimentario justo, sano y respetuoso con el medio ambiente». Dicho informe, aparte de mencionar la necesidad de una producción de alimentos sostenible, hace referencia al bienestar animal como pieza fundamental para su consecución.

Este incuestionable nuevo apoyo a la estrategia ayuda a que la Comisión Europa continúe con la revisión integral que está realizando de la legislación europea en materia de bienestar animal. Una revisión que ya ha dado su primer fruto, con el anuncio de un proyecto legislativo para finales de 2023, que prohibirá el uso de jaulas en los animales destinados a consumo.

En el mismo mes de octubre, la Comisión Europea presentó una ley marco de sistemas alimentarios sostenibles, como resultado principal de la citada De la Granja a la Mesa, pieza clave de su estrategia Pacto Verde Europeo. Se abrió un plazo para recibir comentarios sobre el borrador del texto por parte de grupos de interés. En unos meses, saldrá a consulta pública.

Los organismos europeos han reconocido abiertamente que el bienestar animal tiene un impacto transversal en los tres pilares de la sostenibilidad (medioambiental, social y económico). Además, la ONU, en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) dentro de la Agenda 2030, establece relación entre el bienestar animal y la prevención de las enfermedades no transmisibles, la reducción de la resistencia a los antimicrobianos, la prevención de las pandemias y la promoción de una vida sana.

A estas alturas, ya no se puede desvincular ni negar la relación de la ganadería industrial con el cambio climático. Hay datos demoledores que la confirman.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estima que las cadenas de suministro de ganado, incluyendo la producción de piensos, el procesamiento y el transporte, así como la energía utilizada representan alrededor del 16,5% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los gases generados que causan mayor impacto negativo son el metano y el óxido nitroso. Incluso si se llegaran a eliminar los combustibles fósiles, solo los gases emitidos por el actual sistema alimentario de proteína animal dejarían el objetivo de no sobrepasar los 1,5°C de calentamiento global fuera de alcance.

Y la deforestación… Se destruyen grandes extensiones de bosque para alimentar al ganado, es decir, para obtener ingentes cantidades de pienso y pastos. A nivel mundial, supone el 70% del terreno deforestado. Esto provoca la emisión de CO2 a la atmósfera, otro de los gases altamente contaminantes que está contribuyendo al calentamiento global del planeta.

Y así llegamos al pasado domingo 31, cuando arrancó la vigesimosexta Cumbre del Clima (COP26 por sus siglas en inglés) en Glasgow, para alcanzar acuerdos internacionales que consigan reducir las emisiones de CO2 y demás gases de efecto invernadero.

Ya se llegó con los deberes sin hacer por parte de los países participantes, pero siempre queda la esperanza de que esta vez sí, que esta sea «La Cumbre». Hasta ahora se han llegado a varios acuerdos, relacionados con la emisión de metano y con la deforestación. Pero hay un olvido que inquieta: en ninguno de los acuerdos se ha mencionado la ganadería industrial y su insostenible sistema de producción como uno de los causantes a atajar. Este «lapsus» es incomprensible, cuando los estudios e informes son unánimes en el sentido nocivo de la ganadería industrial. Un perjuicio que afecta a la sostenibilidad, la economía, la seguridad alimentaria, el suministro de alimentos y más aspectos que son el objeto de estas reuniones.

Necesitamos voluntad política y que se preste atención a todos los factores que influyen en un problema tan grave. Un desenlace que no tiene cuenta atrás, tiene ºC subiendo. 

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