Entrevistamos a Tamara Muruetagoiena, hija del doctor Esteban Muruetagoiena, que falleció en 1982 tras ser detenido y torturado por la Guardia Civil. Con ella hablamos de Verdad, de Justicia y de Reparación, tres de los principios que el estado español sigue incumpliendo en muchos casos, a pesar de las leyes de Memoria, como la recién aprobada.
Por Angelo Nero
“Las heridas siguen abiertas. No hace tanto que pasó. ¿Cuánto tiempo es para olvidar algo tan terrible?”, nos decía la gallega de origen croata Déborah Vukušić, a la que entrevistamos no hace mucho en estas páginas, hablando de los traumas que la violencia, en este caso la de una guerra atroz, como la que asoló los Balcanes, deja en las sociedades, en las familias, y como ese trauma se transmite de padres a hijos. Unos optan por el silencio, como mecanismo de protección, como pasó con muchos descendientes de represaliados del franquismo, y otros, buscan en los sótanos de la memoria los retazos de la historia familiar. Algunos van más allá, enseñan sus heridas, todavía abiertas, y piden Verdad, Justicia y Reparación.
Tamara Muruetagoiena tenía tan solo ocho años cuando le arrebataron a su padre. Entonces le dijeron que había sido un ataque al corazón, tardó diez años más en conocer la terrible realidad que la había dejado huérfana: su aita, Esteban, había muerto a consecuencia de las torturas sufridas por la guardia civil. Dejó su Oiartzun natal y se fue a vivir con su madre a Madrid, lejos del conflicto, y después los caminos de la vida la llevaron más lejos todavía, hasta Connecticut, pero Tamara nunca quiso olvidar. Tampoco quiere que nosotros olvidemos, y por eso ha accedido a hablar con NR sobre su padre, sobre la lacra de la tortura, y también sobre otras inquietudes sociales, como la ecología, muy relacionada con su actividad profesional.
Tu vida cambió aquel 15 de marzo de 1982, pero antes de eso, aunque todavía eras una niña, ¿Qué recuerdos tienes de tu pueblo, Oiartzun, de vuestra vida, y, especialmente, de tu padre, Esteban Muruetagoiena?
Yo tengo recuerdos maravillosos de aquellos años. Oiartzun es un pueblo precioso, en las montañas, en la frontera entre los dos estados, Francia y España, que le da una característica muy particular, porque es como una mezcla de culturas, pero cercana a la vez. Como mi padre era médico, todo el mundo nos conocía, iba muchísimo con él a las visitas a los pacientes, porque en aquella época, los médicos hacían muchas visitas a domicilio, a los caseríos, y tengo unos recuerdos fantásticos de aquella época. Iba mucho también a la consulta de mi padre. Mi madre era enfermera y le ayudaba.
Si no me equivoco, cinco años antes de la detención de tu padre, en 1978, aparecieron en tu casa unos hombres armados con un herido, pidiéndole ayuda a tu padre, que cómo médico no pudo negarse, pese al riesgo que corría. Un acto humanitario que le habría de traer terribles consecuencias. Aunque, en un primer momento, fue juzgado por ello, y absuelto. ¿Cómo se desarrollaron esos hechos, y que motiva que vuelvan a detenerlo varios años después?
Vinieron unos hombres pidiendo auxilio, estando mi madre conmigo en casa. Era de noche, y mi madre no solo era enfermera, sino que también era hija de médico, y había vivido que en su casa llamaban pacientes día y noche, cuando había una urgencia, y se les atendía. Llamó una persona, un hombre Oiartzun al que conocía, pidiendo auxilio, diciendo que tenían a un herido en el coche. Mi madre dijo: meterlo dentro, pero Esteban no está, no os puedo ayudar. Por favor, insistieron, ¿no puedes llamar a algún médico que nos pueda ayudar?. Y mi madre llamó a un amigo médico y vino.
Mi padre estaba en el cine, y con tan mala suerte que las carreteras hacia nuestra casa estaban bloqueadas, el herido que tenían en nuestra casa era de un comando que acababa de tener un altercado con la policía, unos disparos, y ya habían cortado las carreteras después de esta acción. Entonces mi padre tardó mucho en llega a casa, y cuando llegó, afortunadamente, tenía un buen instrumental en casa, porque tenía su consulta privada allí, tenía rayos-x incluso, y pudo hacer un buen diagnóstico al herido, le pudo salvar la vida.
A todo esto hay que recordar que no era un herido cualquiera, era miembro de un comando de ETA, que venía de cometer una acción violenta, y todo lo que hicieron mis padres fue bajo amenaza, pero a la vez mi padre era médico ante todo, era su profesión, y su obligación era salvar vidas. También hay que recordar que yo estaba en casa, era muy pequeña, y el también me protegió haciendo aquello.
Al cabo de unos meses a mi padre le detienen, está detenido tres días, y después le hacen un juicio donde el confirma su inocencia, y la justicia también le declara inocente. Aquel episodio dramático marcaría a mi padre, especialmente por los tres días que estuvo detenido, lo pasó muy mal, y aquello cambió nuestra vida familiar. Mi padre ya no fue el mismo después de aquello, pero por lo menos con la justicia quedó bien. Su abogado le dijo que podría haber algún juicio por lo militar, pero que ya se vería, pero no pasó nada.
El juicio fue en el 79, pero tres años después le vuelven a detener. Y es curioso porque le detienen a él, pero detienen a todas las personas que habían estado aquel día con los heridos, detienen a mi madre y al otro médico que había estado con mi madre, el doctor Yetano. Los detienen a todos en una operación, y cuando detienen a mi padre, con él detienen a otras personas de Oiartzun, sin relación con esto, pero es muy importante saber que le detienen con otras personas, porque los meten en calabozos contiguos a mi padre, y pueden oír como lo torturaban. Ese testimonio es muy importante en toda la investigación que estoy haciendo.
¿Por qué detienen a mi madre y a mi padre, y al otro médico, entonces, cuando mi padre había tenido un juicio hacía unos años y había salido absuelto? No lo sé, no se entiende, pero la Ley Antiterrorista era tan amplia y tan ancha, que estas cosas se podían dar, yo no tengo ninguna explicación lógica para ello.
Durante la Transición Sangrienta y los Años de Plomo, el conflicto en Euskalherria se intensificó no solo con la actividad armada de ETA, sino también con la guerra sucia por parte del estado, con los GAL, la normalización de la tortura, así como una fuerte represión de la contestación social, ya fuera en el ámbito laboral, como el ecologista o el antimilitarista. ¿Desde fuera de Euskadi, siendo una adolescente, vivías ajena a toda esta realidad, o observabas con cierto interés los cambios políticos y sociales que se desarrollaban en tu tierra natal?
Esto que acabas de decir es muy importante. Mis padres se separan un año antes de la muerte de mi padre, y mi madre rehace su vida en Madrid, yo ya crezco allí. Luego, desde que me voy a Madrid hasta que muere mi padre solo pasan seis meses, es muy triste, son muchas cosas en mi vida, que pasaron una tras la otra. Yo ya me quedo en Madrid y vivo allí muchos años, y todo esto lo viví desde fuera. Esto es muy importante, la visión desde fuera. Veía en la televisión o en los periódicos algo del GAL, aunque tampoco hablaban mucho de ello, pero, las cosas como son, al no estar en Euskalherria, no me enteraba bien de lo que estaba pasando en el día a día.
Recuerdo bien en aquellos años, aunque era pequeña, tendría diez o doce años, el caso de Mikel Zabalza, recuerdo que aquello me pareció totalmente rocambolesco: una persona esposada, con un montón de policías alrededor, que consiguiera escapar, tirarse por un agujero a un río, además de que no sabía nadar, aquello me parecía que ni en las películas de James Bond, sinceramente. Entonces, todo aquello, lo viví un poco desde lejos, pero si sabía que la cosa estaba dura.
Es cierto que las cosas estaban duras también cuando yo era pequeña en Oiartzun. Para los que no lo conocéis, mi pueblo está pegado a Rentería, que era un sitio súper duro en aquella época, y yo recuerdo cuando pasábamos con el coche cerca de una manifestación, y bajaban autobuses de policías a dar palos a todos los manifestantes. Había mucha violencia entonces en Euskalherria, y me imaginaba, desde fuera, que seguiría así.
A los dieciocho años, creo que antes de entrar en la universidad, te enteras de las circunstancias que rodearon, realmente, la muerte de tu padre, y esa herida que no se había acabado de cerrar, vuelve a sangrar. ¿Cómo llegas a conocer la verdad, y que supone para ti descubrir que tu padre murió como consecuencia de la torturas sufridas por las fuerzas de seguridad del estado, de esos que, en principio, tendrían que protegernos?
Desde que muere mi padre hasta que descubro las causas de su muerte pasan diez años. Tenía 8 y cuando me entero tengo 18, son épocas de la vida muy distintas. Durante todos esos años yo me dediqué a preguntar a mi familia un poco más sobre mi padre, porque cuando más mayor me hacía aquello de un infarto en un hombre de 38 años me sonaba raro. Cuando eres adolescente, ya no encaja muy bien, y además mi familia no disimulaba muy bien, cada vez que preguntaba por mi padre, cambiaban de tema. Era horroroso, de verdad. Llega un momento en el que ya no se sostiene la cosa, me enfrento a mi madre y le digo: yo sé que hay algo más, y me lo tienes que contar, y ella no se sentía con fuerza para contármelo y me dio una carpeta con recortes de prensa de la época, los leí y ahí vi que mi padre había sido detenido 9 días, que había sido sometido a torturas, que había salido en un estado físico y psicológico terrible, y que había muerto a los 3 días.
Aquello fue devastador, siempre había vivido con el dolor de la muerte de mi padre, hoy en día también lo siento, pensar en las razones de su muerte, en los 9 días de crueldad que el sufrió, me hacen tanto daño, fueron tan duros en ese momento, tan horrorosos, y un poco, como dices, yo había vivido fuera de Euskalherria, ajena al conflicto, y que fueran los cuerpos de seguridad del estado, que se supone que están ahí para protegernos, que le hicieran eso a una persona inocente. Se me cayeron mundos, no solo el dolor por la muerte de mi padre, se me derrumbaron tantas cosas, fue horroroso, y hoy todavía es muy duro aceptarlo.
En cuanto se produce la muerte de tu padre se empieza a fabricar la versión oficial, para tapar el crimen, empezando por la autopsia realizada por el médico Faustino Alfageme, y también con la colaboración necesaria de los medios de comunicación, que siempre negaba la práctica de la tortura como algo habitual. ¿Esa red de mentiras y de silencio en torno a la guerra sucia por parte del estado, todavía está por desmantelar? ¿Cómo actuó en el caso concreto de Esteban Muruetagoiena?
Como bien dices, a mi padre le practicaron una no-autopsia, un médico sin conocimientos de medicina forense, y sin instrumental adecuado, y sin hacerlo en un lugar adecuado tampoco. El doctor que la practicó dijo que el gobernador civil de Bizkaia le pidió el favor de hacerle la autopsia a mi padre. Tengo la suerte de que durante la escabechina esta, estaba presente un tío de mi padre, que era médico otorrino con muchos conocimiento de cirugía, el doctor Scola, y el pudo corroborar, estupefacto, lo que el médico hizo con el cuerpo de mi padre.
En primer lugar no abrió el corazón, con lo cual no se puede saber si murió de infarto o no, y obvió todos los signos que tenía el cuerpo de mi padre, como sangraba de un oído, ya que tenía el tímpano roto, tenía una señal en la sien, que podía ser de cuando le habían aplicado un electroshock, tenía moratones en el cuerpo, una serie de signos que llamaban mucho la atención, y que este médico desestimó. Utilizó un material inadecuado, que a mi tío le asustó, y que según sus palabras, una vez el había ido a una fiesta en la que despiezaron a un animal, y dijo que en aquel momento el material era mejor que el que utilizó aquel médico en el cuerpo de mi padre.
Para mí, mi padre no solo fue violentamente maltratado durante la tortura, es que fue, otra vez, maltratado por aquel médico, el doctor Alfageme, durante la no-autopsia. Con el trabajo que hizo él, la versión oficial fue que murió de infarto, por causas naturales, y médicos observadores de Amnistía Internacional con conocimientos de medicina forense, entrevistaron al doctor Alfageme y corroboraron que lo que el hizo no fue una autopsia, y que desde el punto de vista médico aquello fue un escándalo.
Los medios de comunicación contaron la historia siguiendo esa versión oficial, pero siempre obviando un pequeño detalle, que es un detalle enorme, porque cuando hablan de mi padre nunca lo dicen todo, en el ABC, en El País, en El Correo, entre otros, hablan del caso como que muere de un infarto, y que colaboró con un comando porque les curó, pero lo dicen con la boca pequeña, pero nunca dicen que el salió sin cargos, y no solo eso, mi padre fue detenido en dos ocasiones, una con juicio, donde fue declarado inocente, y la segunda vez que fue detenido, fue puesto en libertad sin cargo, en dos ocasiones, y no porque lo diga yo, sino oficialmente.
Mi padre era inocente, y eso nunca lo han dicho ninguno de esos periódicos. Además les bailan las fechas, y cuando cuentan cosas del comando al que atendió mi padre cuentas otras cosas de esas personas, lo hacen todo como contando que mi padre era un colaborador, dibujando algo que no tiene nada que ver con la realidad. Los únicos medios que cuentan otra versión totalmente distinta, fueron Egin y la revista Punto y Hora, donde hablan de las torturas, de la investigación de Amnistía Internacional, etc. La guardia civil se querelló contra Egin por estas informaciones, para que te hagas una idea de como estuvo de caliente el tema de la muerte de mi padre en la prensa.
25 años después de la muerte de tu padre te llega una invitación para participar en un homenaje en Euskalherria, y ahí comienza una nueva catarsis, en la que sentiste la necesidad de reivindicar su memoria, y en contar su historia. ¿Qué sentiste al constatar que, tantos años después, había gente en tu tierra que seguía pidiendo reconocimiento como víctima del estado para tu padre?
Me entero años después de su muerte, y años después yo ya empiezo a ser partícipe de los movimientos pacifistas que existen en Euskalherria, me hago miembro de Elkarri, porque en aquella época yo estaba muy por la paz en Euskalherria, apenas compartiendo el tema de mi padre, aunque siempre estaba ahí, y cuando me mandan esta invitación, yo ya estaba viviendo en EEUU. Así que fui a Euskalherria, donde organizaron un montón de homenajes, y estar sobre un escenario, con cientos de personas alrededor, celebrando la vida de mi padre, aplaudiendo, fue tan sobrecogedor. Tanta gente se me acercaba diciendo lo maravilloso que había sido mi padre, lo que le habían querido, y otras personas que no lo conocían, pero estaban ahí porque conocían la historia, todo ese calor… Yo, hasta entonces, y se que se habían hecho otros homenajes, en años anteriores, pero nunca había participado, y siempre había estado ajena.
Aquello fue tan bonito, porque es muy importante decir que yo había vivido en silencio su muerte, el silencio familiar que había existido alrededor de su muerte, eso que para mi fue muy negativo. Y, de repente, esto cambia, y vuelve como algo positivo, hablar de mi padre, celebrar su vida, fue una catarsis total, fue realmente extraordinario, y ya en EEUU, a mi, todos estos años, mi gente cercana, con los que había compartido la historia, me habían animado muchísimo, porque en EEUU la historia de mi padre les parecía imposible, no pueden entender que una persona inocente, un médico, acabe así, por salvar una vida, además bajo presión, y a mí siempre me habían animado muchísimo a que contara la historia, muchísimo más que en Euskalherria, y fue aquello que me hizo cambiar el chip. De repente dije: de esto hay que hablar, y tengo que saber, que contactar con otros. Y, de repente, cambio mi camino.
Este homenaje te llevó a realizar el tuyo propio, en forma de documental. En “The Doctor” hiciste un camino intimo y personal hacia tu padre, ¿Cómo se gestó este proyecto, y cual fue el recorrido que tuvo este trabajo a nivel de divulgación?
Todo fue una casualidad. Estando estudiando Ciencias Medioambientales, tomé una asignatura de Cien Documental, porque me interesaba, como hobby, y en esos días fue cuando me llegó la invitación, lo comenté en la clase, y se quedaron parados y me dijeron: pero, Tamara, ya tienes el documental, típico de EEUU, apoyándote a que cuentes tu historia. Coge un cámara, vete allí y haz un documental. Y me fui a los homenajes con una cámara, mi hermano filmó cuando yo estaba en medio del homenaje, y el resto lo filmé yo, y luego tenía todo ese material, la verdad es que no sabía que hacer con él, no sabía nada de edición, y yo no soy una artista, pero me pasó una cosa extraordinaria, me encerré, tuve un episodio de creatividad, como toros artistas han tenido en otras ocasiones, en el que fui capaz de, con todas esas imágenes, darle sentido y hacer una historia, y me sorprendió lo que acabó siendo.
Fueron unos días en los que me metí ahí, noche y día, a trabajar, y lo que salió fue un monologo, una carta de amor hacia mi padre, explicándole todo lo que no le había podido decir en persona, lo mucho que le quería, lo importante que era para mi, y que yo iba a hacer todo lo que pudiera por su memoria. Y la repercusión de la película fue muy interesante, porque se lo comenté a algunas personas, que lo habían hecho, en Euskalherria lo difundieron muchísimo, en aquella época, en 2008, cuando salió, era novedoso, en como había contado la historia, y tuvo mucho impacto. En EEUU, en mi universidad, en Yale, mis compañeros dijeron: esto tenemos que compartirlo todos, e hicieron un evento para enseñar mi documental, en una de las salas grandes de mi facultad, donde fueron muchísimos alumnos, increíble, muy bonito.
En 2012 también participas en el documental de Bertha Gaztelumendi, “Mariposas de Hierro”, en el que se recogen testimonios de víctimas de distintas formas de violencia, y dónde están también las voces de Ainhoa Aznárez, Izaskun Guarrotxena, o Asun Casasola. Háblanos de este ambicioso proyecto y de como llegaste a participar en él. ¿Realmente hay un nexo que una a mujeres que vienen de lugares tan diversos de la sociedad, y con realidades tan dispares?
Bertha me conoció en el 30 aniversario de la muerte de mi padre, en Oiartzun, donde hicieron unas jornadas en las que se trató su caso, y vio mi intervención y dijo: esta. Su documental abre con mi caso. Justo antes del documental ya habían tenido lugar los primeros contactos entre distintas mujeres víctimas de violencia, de una forma directa o indirecta, en Euskalherria, y lo que nos une a todas, una cosa curiosa, en la que yo he pensado mucho, es que los muertos generalmente suelen ser hombres, los que ha matado ETA y los del terrorismo de estado o de violaciones de derechos humanos, pero también muchas de las familiares de las víctimas, somos mujeres, y nosotras, o muchas de nosotras, tenemos en común que queremos un mundo mejor, que el que encontramos, que nosotras nos vimos en una situación horrorosa sin comerlo ni beberlo, y nos une mucho el dolor, y nos unen las ganas de algo mejor para la sociedad. Creo que eses son los dos nexos. Y cuando estuve con ellas en el documental, todas era excelentes personas. Las quiero muchísimo, y siempre nos escribimos, nos llamamos las mariposas. La verdad es que hicieron un trabajo súper bonito.
Se el primero en comentar