Esta moción de censura tiene una inequívoca función propagandística : se busca desprestigiar el capital simbólico de la izquierda y crear, de paso, un acontecimiento impactante que sirva para llevar a Vox nuevamente ante los focos de la atención pública.
Por Lucio Martínez Pereda
Cuando la política basura en España parece que ha llegado a su límite máximo surge una inesperada circunstancia que lo desborda y supera: el histórico líder del PCE Ramón Tamames será con 89 años el candidato del partido ultraderechista Vox en la moción de censura contra Pedro Sánchez.
Pese a sus cambios políticos desde su inicial compromiso antifranquista que le llevaron a participar como colaborador en tertulias televisivas de derechas, resulta triste ver que un hombre con la trayectoria política, vital e intelectual de Tamames se deja manipular por un imbécil oportunista como Santiago Abascal. Solamente se puede entender que el señor Tamames haya caído al final de su vida en este grandísimo desprestigio si por imperiosas razones económicas se ve obligado a hacerlo para librar de apuros a algún familiar muy allegado.
Únicamente una motivación semejante puede explicar que quien luchó contra la dictadura, cuando está en los últimos años de su trayectoria vital acabe apoyando al partido político más franquista que existe en España. Hasta pasado algún tiempo costará dar crédito a este extremo de contra dios que afecta a la política española
Esta moción de censura tiene una inequívoca función propagandística : se busca desprestigiar el capital simbólico de la izquierda y crear, de paso, un acontecimiento impactante que sirva para llevar a Vox nuevamente ante los focos de la atención pública. Cuanto más se desprestigie la vida política, más próximo se cree Vox de conseguir su objetivo, que no es otro que convertir a la democracia en una cáscara vacía sin contenido dentro.
El PCE rupturista fue domesticado por la monarquía juan carlista y transformado en izquierda pactista. Ahora Vox recoge los últimos restos de ese naufragio.
La pieza cobrada de un antiguo izquierdista que renuncia a sus principios es un clásico propagandístico de la extrema derecha desde la guerra civil. Durante la Guerra las mujeres laicistas y republicanas encarceladas que aceptaban bautizar a sus hijos a cambio de comida para que no murieran de hambre, eran presentadas en la prensa de la época como piezas humanas cobradas para la Cruzada.
Resulta difícil encontrar en Vox algún recurso propagandístico o idea- fuerza que no sea una reactualizacion de los empleados por la derecha golpista en el periodo 1932- 1939.
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