los nacionalistas de la derecha turca retoman un pasado de violencia política hacia los kurdos para amedrentarlos, recordándoles -al igual que lo hace una parte no despreciable de dirigentes e influencers de la derecha política argentina- que se enorgullecen de los crímenes de lesa humanidad.
Un grupo de abogados y abogadas presentaron una denuncia penal en el Palacio de Justicia de Estambul contra el presidente Erdogan y los ministros responsables por no cumplir con sus funciones antes y después del terremoto.
Muchas personas de ascendencia kurda y seguidores de la fe aleví temen que el gobierno intente utilizar el terremoto como una oportunidad para cambiar la demografía de sus tierras ancestrales.
El terremoto llega en un momento en que tanto Estados Unidos como la Unión Europea (UE) han anunciado nuevas medidas y sanciones contra Rusia e Irán por la guerra de Ucrania y la represión de las protestas internas, respectivamente.
Turquía también impide la entrada de ayuda humanitaria internacional a las zonas bajo control kurdo, como Rojava. Por si fuera poco, la artillería turca ha estado bombardeando Tel Rifat contra las kurdas YPG.
A finales de 2010, justo antes del comienzo de la guerra, Turquía sólo tenía 10.000 refugiados y solicitantes de asilo. Doce años después, acoge a 3,6 millones de sirios, más que el resto de Europa junta.
Si la coalición de oposición logra atraer a la población kurda, es probable que gane las elecciones, mientras que si no tiene ese apoyo será muy difícil, si no imposible.