Pocos lugares hay más fértiles para análisis mitológicos que el mundo rural: solo en ese escenario puede comprenderse que se acabe reivindicando un proyecto político que poco o nada tiene de progresista.
El conflicto agrario que actualmente revive la política estatal, hunde sus raíces en una sociedad con claros desequilibrios de poder y escasas intentonas reformistas.