Que las mayorías sociales que tienen los ingresos justos se aprieten el cinturón mientras que las minorías que acumulan las mayores rentas y riqueza no solo no arrimen el hombro, sino que toda esta situación les sirva para aumentar su riqueza no puede ser la opción.
Las personas que habitan este ecosistema son sabedoras de que todas estas negatividades están infiltradas en organizaciones, en partidos políticos, en grupos parlamentarios, provinciales o municipales, en movimientos sociales, etc.
Sin lugar a dudas, trasladar a nivel nacional esta cantinela, si finalmente esta estrategia tiene éxito, se traducirá en retrocesos en justicia fiscal y en detrimento de los servicios públicos que inevitablemente sufrirán de nuevo el frío acero de las tijeras presupuestarias.
Sería de justicia que la sociedad parase un momento y tomara la decisión clara de quién, cómo y cuándo va a pagar esa factura, si de nuevo, cuando salgamos de esta nueva crisis, los ricos van a ser proporcionalmente todavía más ricos o lo vamos a evitar.
Lo que no hace falta predecir y es ya una realidad constatada es que los trabajadores y trabajadoras han perdido en un año un importante porcentaje de su poder adquisitivo y a corto plazo lo van a seguir perdiendo si no se toman medidas.
”Voy a crear uno, dos o tres puestos de trabajo, todavía no sé cuál van a ser sus funciones ni sus ocupaciones, pero hoy quiero crear esos puestos. ¡Qué generoso soy, la sociedad me lo debe todo!”.