Al socialismo le interesaba la afirmación de que las guerras tenían causas ocultas, difíciles de discernir y aún menos de evitar, y que los gobiernos y los políticos temían incluso discutir.
El Partido Laborista condenaba, además, la omisión del Gobierno británico a la hora de tomar medidas para la reducción del considerado como peso muerto que constituía la Deuda de la guerra.