«Y después de esos cuarenta años, todavía tuvieron toda la Transición para seguir llenando de mentiras los libros de texto, y también los bancos del parlamento, con su falsa reconciliación, bendiciendo la ley de punto final».
Cada miembro de la Guardinha que participó en el arresto recibió cinco pesetas, un miserable estipendio que pagaba el Régimen de Franco por cada republicano aprehendido en Portugal.
En la playa de Omaha, bajo el fuego del ejército nazi y muy lejos de su Galicia natal, se encuentra Manuel Otero Martínez. Tiene tan solo 28 años y es el único español que perderá la vida en el desembarco de Normandía.
El genocidio galego no hubiera sido posible sin el apoyo y la participación de la población gallega colaboracionista, secretarios de juzgados incluidos.
No podemos declararnos neutrales en este asunto con la excusa de no “despertar viejas heridas”, pues los Derechos Humanos han sido claramente vulnerados y la situación exige una reparación.
No se puede callar a una persona que sufre, a una persona que ha sido violada, vejada o cuya familia continua estando en una cuneta, fosa o poza, como se pretendió en la Transición.