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Aurora Arnáiz Amigo

Abandona el socialismo y se aproxima al comunismo. Se une a la Asociación Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, que en 1936 pasó a denominarse Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA). Cuando se inicia la publicación de la Revista quincenal Mujeres, órgano oficial de AMA, Aurora forma parte del consejo de administración de la misma. El primer número vió la luz el 15 de febrero de 1936 bajo la dirección de Dolores Ibárruri.

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Francisca Solano, la heroína de El Espinar

El viernes 24 de julio de 1936, Francisca manifestó a su tío que debían coger el fusil y combatir a los facciosos. Éste respondió que él no podía abandonar a cuatro chicos pequeños, pero que ella podría ir al frente como enfermera, a lo que Francisca respondió: «No. Nada de enfermera. ¡Yo quiero ir a batirme con los facciosos!»

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Amaparo Barayon, no perdones a sus asesinos

En marzo de 1939 Ramón J. Sender abandona definitivamente España y se marcha al exilio llevando de la mano a dos niños absolutamente desamparados que fueron depositados al cuidado de la escritora Julia Davis en Nueva York, y que crecieron y maduraron alejados de su padre, acogidos por una familia americana. Sender encerró en sus recuerdos la triste historia de Amparo y jamás la dejó salir.

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Rosario Sánchez Mora, «la dinamitera»

La mañana del 15 de septiembre, Rosario y diez compañeros aprendían a efectuar una descarga con cartuchos de dinamita, mucho más fáciles de manejar que las bombas lata. Rosario estaba situada la última a la izquierda. Cuando prendió su mecha, la oyó silbar. La noche anterior había llovido y estaba húmeda. Se quemaba por dentro, pero no por fuera, y no sintió el calor de la llama en la uña de su dedo pulgar, que indicaba el momento de lanzarla.

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Teresa Plá Messeguer, «la pastora»

Teresa se unió a los maquis de la Agrupación de Guerrilleros de Levante y Aragón, formación en la que se mantendría durante veinte meses y en la que se sintió por primera vez apoyada. Entonces quiso ser hombre, porque se sentía como tal y le ayudaron a asumir la identidad masculina. Cambio su nombre por el de Florencio, las faldas por los pantalones, se cortó el pelo e incluso le enseñaron a leer, algo que apreció mucho.

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Rosa María García Alcón, la sonrisa que Billy el Niño no pudo quebrar

Se le aplicó la Ley Antiterrorista que aún no se había aprobado y se la mantuvo seis días en despachos y calabozos de la DGS, cuando su “legalidad” no permitía estar más de 72 horas. La Justicia Militar se hizo cargo, llevando al juez militar a los despachos de la DGS para “tomarle” declaración.

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Josefina Manresa Mahuenda, algo más que la pasión de Miguel Hernández

Cuando Miguel falleció a Josefina se le hundió el mundo, pero aprendió a revivirle en sus textos y en sus recuerdos. Su vida se convirtió en una lucha constante por mantener viva la memoria de su esposo. En un baúl que heredó de su madre, donde guardaba la ropa de cama, fue depositando los manuscritos que le entregaron algunos compañeros de la cárcel