María Torres Celada

El saludo fascista, por decreto

El saludo fascista fue adoptado en España inicialmente por Falange Española, partido fundado por José Antonio Primo de Rivera en 1933, y se denominaba Saludo Íbero. Si los nazis lo acompañaban con la frase Heil Hitler!, aquí se gritaba ¡Arriba España!.

María Torres Celada

Años de exilio. (A Antonio Machado, in memoriam)

Mi corazón ya estaba helado desde hacía tiempo, cuando una mañana nos avisaron de que había que salir hacia la frontera. Mamá Ana estaba muy mal de salud y era muy anciana, pero había que intentar sobrevivir aunque fuera con el dolor del desastre nadando en el corazón

María Torres Celada

1º de Mayo de 1931 en Madrid – Día del Trabajo y cesión de la Casa de Campo al pueblo

La gran fiesta del 1º de mayo tuvo lugar en la Casa de Campo y Campo del Moro, que hasta entonces pertenecían al patrimonio real y que ese año y por primera vez eran de uso y disfrute del pueblo de Madrid. Fueron incautados por decreto del Ministerio de Hacienda del nuevo Gobierno republicano de 20 de abril de 1931 y cedidos al Ayuntamiento de Madrid para ser destinados a solaz y recreo de sus habitantes

María Torres Celada

El Primero de Mayo de 1931 en Vigo

El 1 de mayo de 1931 Vigo era una fiesta. El sentir general de los vigueses era esperanzador ante el cambio y la alegría desbordaba las calles. La bandera republicana engalanaba edificios oficiales y particulares. Las mujeres de las Juventudes Socialistas salieron a la calle portando un cesto repleto de flores rojas. Habían organizado la Fiesta de la Flor Roja en memoria de los mártires de Chicago, ya que tras sus funerales las casas obreras de esta ciudad exhibieron una flor de seda roja clavada a su puerta en señal de duelo.

María Torres Celada

Andrés Iniesta López, in memoriam

Desolado, maltratado, aterido de frio, hambriento, durmiendo en el reducido espacio que ocupaba una baldosa y media, pasó tres largos años en la prisión del Monasterio, en los que fue archivando en su mente la identidad así como el día en que eran fusilados cada uno de sus compañeros. Tatuó en su prodigiosa memoria los 159 nombres de los ejecutados y los cuatro muertos por disparos de los guardias a las ventanas de prisión.

María Torres Celada

El cura de Valdemorillo que se hizo miliciano

El párroco, al encontrarse ante el comandante, lo primero que preguntó fue si iban a fusilarlo. Liberino González lo tranquilizó asegurando que no fusilaba a nadie por capricho, que lo que deseaba era hablar con él y razonar como los hombres.