La presión de los españoles por sumarse al esfuerzo de guerra fue en aumento, de forma que en poco tiempo unas 700 u 800 personas se encontraban luchando en el Ejército de obreros y campesinos.
En diciembre de 1922 se celebraron por separado congresos en las cuatro repúblicas socialistas (República Federativa Socialista Rusa, la de Ucrania, Bielorrusia y la Transcaucásica) que aprobaron crear un nuevo estado. El 30 de diciembre nacía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
En total a las Brigadas Internacionales acudieron unas 60.000 personas de 53 países diferentes, en su mayoría eran europeos: se estima que más de 3.000 fueron polacos, otros tantos italianos, en cuanto al número de franceses se sitúan entre los 8.000 y 9.000.
El mismo día 26, De Gaulle hizo un desfile triunfal en el que pidió que fueran los españoles los que lo escoltaran. Las semiorugas “Guernica”, “Teruel” o “Guadalajara” marcharon junto a él en un momento tan señalado como el de la liberación de París.
Al final de su vida demostró ser fiel a sus principios, dando su vida por sus ideales y probando que tenía un valor que estaba al alcance de muy pocos. De él se decía que siempre hablaba sobre la necesidad de transformar el mundo porque este era injusto con los oprimidos.