si los hombres fueron los que empuñaron las armas, los que mataron y murieron, los que demolieron puentes y bombardearon mercados y casas, corresponde, casi siempre, a las mujeres reconstruir ese mundo en ruinas.
Los problemas de Kosovo con Serbia, que patrocina una amplia gama de proyectos políticos hostiles a la soberanía de Kosovo, desde la reanexión y partición hasta soluciones más creativas, ofrecen lecciones para Armenia.
En 2008, la República Federal de Yugoslavia se escindió en las Repúblicas de Serbia y Montenegro. Ese mismo año, el Parlamento de Kosovo formalizó la declaración de independencia del país, que Belgrado sigue sin reconocer.
Hubo una contra-limpieza étnica de 300.000 serbios y romaníes, expulsados bajo la vigilancia de la OTAN y que nunca regresaron, junto con la destrucción de 150 monasterios ortodoxos.
Se suponía que la propia fuerza policial de Kosovo sustituiría a la KFOR de la OTAN, lo que ilustraba una supuesta soberanía, que, de hecho, era una neocolonización económica de Kosovo.
Los comunistas yugoslavos condenan en un comunicado la violencia de las fuerzas de la OTAN contra los manifestantes serbios que protestaban el 29 de mayo en el norte de la autoproclamada república de Kosovo.
Con este conflicto se cerraba el ciclo de creciente intervención occidental en la antigua Yugoslavia. La gran diferencia de Kosovo con el resto era que, a diferencia de Eslovenia, Croacia y Bosnia, siquiera había sido una república dentro de la federal Yugoslavia.