La relación entre las conquistas territoriales israelíes y la Torá se reflejó en un personaje laico como David Ben-Gurión cuando afirmó “que la Biblia constituye el sacrosanto título de propiedad de los ‘judíos’ respecto a Palestina […] con una genealogía de 3.500 años”.
Aún más importante es que Israel no ha logrado gobernar Gaza, aunque lo intentó durante casi cuatro décadas. Si tontamente decidiera regresar, tendría que enfrentarse a dos Gazas: una población desafiante y empoderada en la superficie, y decenas de miles de combatientes debajo.
Las inquietantes imágenes llegan directamente a los hogares estadounidenses, sembrando la confusión entre muchos demócratas que son conscientes de que las bombas que usa Israel se fabrican en su país y con sus impuestos.
Mayed Dibsi, representante en España del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), denuncia la masacre que Israel comete en la Franja de Gaza y critica la complicidad de Estados Unidos y Europa con Tel Aviv.
Israel ha tenido un nexo probado con los golpistas sudamericanos y con el terrorismo de estado en Argentina, Chile, Colombia, Guatemala, El Salvador y Honduras, donde ha armado a gobiernos dictatoriales y grupos paramilitares.
Si Israel realmente quisiera rescatar a sus rehenes, no los bombardearía ni les cortaría el acceso a alimentos, agua, energía y atención médica. No se negaría a intercambiar a ninguno de sus miles de prisioneros palestinos por ellos.