En esos veinte minutos el ejército británico dinamitó la vía pacífica de protesta de los republicanos irlandeses, y sumó apoyos a la causa del IRA, a la que dos años después se sumaría también el Irish National Liberation Army (INLA).
“Soy un preso político” , escribió Sands , “porque soy una víctima de una guerra perenne que se libra entre el pueblo irlandés oprimido y un régimen extranjero, opresor y no deseado que se niega a retirarse de nuestra tierra”.
Los expertos consideran que se trata de una de las «formas de impunidad más amplias» jamás presentadas, que superan a la urdida por Pinochet tras dejar el poder.
¿Es capaz el Sinn Féin contemporáneo, primera fuerza política en el sur y el norte de la isla, feminizado, rejuvenecido, liderado por dirigentes de talla, de presentar los términos de un renovado nacionalismo emancipador y progresista?.
«Nuestra venganza será la sonrisa de nuestros niños», escribió Bobby Sands, un voluntario del IRA que murió en huelga de hambre en la prisión de Long Kesh el 5 de mayo de 1981. Ese mismo día, 41 años después, su partido ganó las elecciones, a modo de justicia poética.
El nacionalismo se está uniendo en torno a la agenda del Sinn Féin, en el norte y en el sur. El unionismo también necesita aliarse en torno a una estrategia con visión de futuro, en lugar de una que simplemente busque volver al pasado.
La presidenta del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, apostó anoche por comenzar con los preparativos de los referéndums de reunificación de Irlanda, consultas que considera que se podrían llevar a cabo en un periodo de cinco años.