A finales del siglo XIX, en la década de 1870, se inicia el imperialismo. Los países europeos más desarrollados (Gran Bretaña, Francia, Alemania, Bélgica, España, Portugal e Italia) se disputan el control de los territorios de África, Oceanía y Asia.
Dentro del imperio es imposible implementar políticas auténticamente transformadoras e igualitarias. Solo desde la soberanía económica e independencia real se pudiera emprender el camino hacia el socialismo y la igualdad.
Artículo del Doctor en Historia Eduardo Montagut «El imperialismo no benefició por igual a toda la población ni a todos los sectores económicos, especialmente en el caso británico»
