El concordato de España con el Vaticano es la última barricada jurídica de la Iglesia católica para justificar su financiación por parte del Estado y su papel de religión semioficial.
Y así, con palabras bañadas en oro, cada semana cientos de personas escuchan enviciados como hay que hacer el bien al prójimo y todas esas cosas que representa una Institución que tiene las manos repletas de quemaduras y llenas de sangre.
Ese país del que definitivamente podremos sentirnos orgullosos es el primer artículo de Eduardo Ortiz para Nueva Revolución, Delegado territorial para Galicia de la Fundación Internacional de Derechos Humanos.