Netanyahu lo entiende bien y parece haber llegado a la conclusión de que su única vía para la supervivencia política es la continuación de la guerra en Gaza y la expansión del conflicto para involucrar a múltiples partes.
La guerra en Gaza no es solo un conflicto regional; es una herida abierta en la conciencia de la humanidad. No podemos mirar hacia otro lado mientras miles de niños pierden la vida, las extremidades o el futuro.
Algunos de los que escribieron estas notas han muerto en ataques israelíes, como mi hermana, la Dra. Soma Baroud; otros han perdido hijos, hermanos, primos, vecinos y amigos.
Lo más duro que alguien puede soportar es ver morir a sus hijos delante de él. No hay palabras para describir este sentimiento. Pero yo he tenido que pasar por eso. Mi mensaje al mundo es que hemos perdido nuestra dignidad, que lo hemos perdido todo.
La frustración de Israel creció a pasos agigantados a lo largo del año. Su intento desesperado de controlar la narrativa mundial sobre el genocidio de Gaza fracasó en gran medida.
Cien años después del genocidio póntico, apenas quedan unos dosmil rum -como les llaman los turcos- en la moderna República de Turquía, donde también se refieren a ellos como los últimos bizantinos.
El actual genocidio israelí en Gaza sin duda ha ayudado a muchos grupos a ampliar los márgenes de unidad para que puedan trabajar juntos para poner fin al exterminio de Gaza y exigir cuentas a los criminales de guerra israelíes de todas las formas posibles.