Nadie podrá entender que se produzcan muertes o enfermedades en los hogares más pobres, a causa de la incapacidad de afrontar los brutales efectos de unos precios energéticos desbocados.
«Las draconianas medidas mandaron a la ruina a decenas de miles de pequeños inversores y sumieron al sector en una crisis brutal: en 2008 la energía renovable daba empleo a casi 143.000 personas mientras que hoy apenas se superan los 75.000 trabajadores.»