George Floyd ayudará a salvar el mundo que le rodeaba
El corresponsal en Minneapolis habla de la sentencia que ha condenado al culpable y yo estoy sentado, mirando la pantalla. Aquel coche, aquel cuello aplastado contra el asfalto, aquellos gritos apagados y ahora tengo la sensación de que George Floyd se está muriendo en el suelo de la habitación donde tengo la tele, a menos de dos metros de mis ojos. Ese aparato al que tantas veces he derrotado con la fuerza del sueño.