Sánchez y Díaz deben darse cuenta de que es necesaria una amnistía política de verdad y que esta vez no sirva para salvar a los muchos delincuentes que han robado desde las alturas durante más de cuatro décadas de monarquía corrupta.
Imagine usted las consecuencias de una sentencia del TEDH que establezca que convocar un referéndum de autodeterminación, incluso unilateralmente, no es ilegal ni merecedor de condena ninguna, lo diga quien lo diga en España.
Este Sánchez juega a distanciarse del hijo diciendo que solo él decide lo que debe hacer el padre, como si esa familia viviera del aire y no de nuestros impuestos.
Que el episodio de las cenas del PP suspendidas en Madrid sea un rifirrafe más de los relacionados con la batalla por el poder que mantienen Ayuso y Casado es algo que no quita ni un ápice a la gravedad de unas decisiones políticas que afectan a la libertad principal.
¿Es que acaso su gobierno, con una “recuperación constatada” y más ministerios que nunca, es incapaz de redactar ni siquiera el borrador de una reforma anunciada hace más de un año para demostrar que cumple con lo que anuncia?
Recuerdo aquel Estado de Alarma contra el que el TC dictó la sentencia que el constitucionalista Lafuente acepta, y me vienen a la memoria frases como “la guerra contra el virus”, o también “militares” en la tele junto al doctor Simón.
Los nombres de los líderes como metáfora de lo que representan: Puigdemont a la Catalunya independentista, Casado a la España aún franquista y Sánchez a la que quiere seguir siendo europea pero no sabe cómo.