
La memoria histórica y la lucha contra la impunidad de los crímenes del franquismo
El movimiento memorialista surge así en un ecosistema que ha invisibilizado la existencia de fosas comunes, aceptado a criminales y torturadores a los que incluso se les ascendió y condecoró en democracia, mientras que a sus víctimas ni siquiera se les anularon sus sentencias. De igual forma se ocultó el robo de bebés, el trabajo esclavo, el exilio, la deportación y el expolio de bienes públicos o de familias republicanas en el que participaron desde Franco al último cacique, con la interesada bendición de la iglesia católica.