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[Opinión] La derecha juega y la izquierda se desarma

Por Joan Jordi Abentín.
«Las banderas, las naciones y los países han de servir para esto. Para recordar, para enseñar tu pasado a tus amigos y a la pareja o para organizar una actividad cultural donde cuentas tu historia. Pero nunca ha de servir para dividir. Nunca se ha de utilizar para que un muchacho precario se pelee con una señora también precaria. Para que una alumna sin llegar a fin de mes se pelee con un alumno que no puede pagar la matrícula. O para que una madre soltera sin recursos se pele con un padre que perdió su mujer y ha de pagar un precio muy alto para pagar un ataúd».

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Banderas en los balcones

Artículo de Rafael Silva Martínez en su columna «Una mirada desde la Izquierda»
Quizá tenga España desde siempre una clara facilidad para caricaturizarse a sí misma, como nos muestran claramente algunos períodos de nuestra historia. Y dicha facilidad caricaturesca se aplica a todas las facetas: a la política, al arte, a la ciencia, etc. Ocurrió por ejemplo con el Flamenco y la imagen que se exportó del mismo y que se consumió internamente durante la terrible etapa del nacionalflamenquismo franquista: se desvirtuó el carácter originario del mismo, se llevaron al cine y al teatro estampas de un tipismo andaluz rancio y exagerado, y se cultivaron los géneros menores de este arte gitano-andaluz de gran hondura y belleza expresiva.