el presidente turco, Recep Teyyip Erdogan, es un autócrata islamista matón que gobierna una supuesta democracia que oprime a su minoría kurda, invade Siria y agita su sable contra Chipre, Grecia y Armenia.
Pashinián es consciente de las esperanzas puestas por Washington en este pequeño país, a modo de cuña entre tres países más que interesantes desde el punto de vista de EE. UU.: Rusia, Irán y Turquía.
Desde finales del conflicto con Armenia del 2020, Bakú comenzó una lenta, pero progresiva diferenciación con Teherán, llegando al punto de incluir en mapas del “Gran Azerbaiyán” provincias del noroeste del país persa, donde existe una población de origen azerí.
El día anterior, unas 40.000 personas se manifestaron en Stepanakert para apoyar la declaración adoptada por unanimidad por la Asamblea Nacional que determinó que Artsaj “nunca será parte de Azerbaiyán”.
Las autoridades de la República de Nagorno Karabaj declararán que, independientemente de lo que piense el gobierno armenio sobre el estado o la existencia de Nagorno Karabaj, nunca serán parte de Azerbaiyán y nunca tomarán pasaportes azerbaiyanos.
Mañana, seguramente, tendremos que seguir hablando de Armenia, pero no olvidaremos otras zonas del mundo donde también caen bombas y muere gente inocente.