Solo dos meses después del golpe de estado protagonizado por Tejero, el 6 de mayo, en el diario El País, el periodista Joaquín Marín firmaba, desde Málaga, una columna que titulaba: “Joven asesinado a tiros en Málaga por un supuesto militante de Fuerza Nueva”.
La actualidad fue la herramienta que elegí para acercar a los adolescentes una realidad “lejana” para ellos a una realidad que podían palpar en el momento, que tenían acceso a imágenes reales que sucedían en ese mismo instante.
La heroicidad que demostraron los gallegos que combatieron, enrolados en el Bou Bizkaia, traspasó fronteras, incluso impresionó a los oficiales fascistas de la Armada.
La sensibilidad de la sociedad con respecto a la política penitenciaria, de hace 50 años a ahora, prácticamente es la misma, a pesar de que la población carcelaria ha crecido exponencialmente.
Cómo no quererte, querido Chato, volví a pensar esa tarde, por esa manera tuya de compartir hasta los recuerdos más dolorosos y transformarlos en un arma para cambiar el mundo.
Quizás los rostros de los que sufrieron aquel holocausto fueron los que me aparecieron en sueños en la víspera, e hicieron que durmiera por fascículos, hostigado por fantasmas tan terribles como Enver Pachá o a los falangistas que, veinte años después del genocidio armenio, quisieron emularlo.
