El golpe revivió fantasmas del pasado en las comarcas mineras, y aunque no triunfó en sus objetivos declarados, supuso una vacuna para las principales reivindicaciones del movimiento obrero y las organizaciones que habían liderado la lucha antifranquista.
Una economía de enclave cuyo objetivo es abastecer a otras regiones industriales y drenar riqueza hacia los bolsillos de los grandes capitalistas a través de la banca.
“De alguna manera nosotras nos sentíamos identificadas porque luchábamos contra Franco y contra la dictadura (…) la influencia fue dar soporte a otras muchas cosas que yo leía”.
El movimiento obrero antifranquista va a ir avanzando, ganando posiciones y tratando de ensanchar los escasos resquicios que deja el régimen para convertirlos en espacios de libertad.
Una huelga que dejará un poso organizativo en las Comisiones Obreras, pues según José Rodríguez, que años después será secretario provincial del sindicato tras la legalización, reconoce que “a partir de ahí despegamos”.