La nueva franquicia del Daesh, se consolido con desertores del Talibán, contrarios a cualquier negociación con Washington y en discordancia por la negativa de los Mullah de adscribir a la “yihad internacional”
Mientras un tsunami de lágrimas de cocodrilo envuelve a los políticos occidentales, se oculta la historia de Afganistán, que hace más de una generación ganó la libertad que le fue arrebatada por EEUU.
Sin duda, para Ibrahim al-Qurashi, líder del Daesh, tras la muerte en 2019, de su fundador Abu Bakr al-Baghdadi, ha llegado su hora más crucial, medirse con los campeones invictos, ejemplo y guía de todos los muyahidines del mundo.
El presidente Joe Biden y sus asesores no convencieron a la opinión pública internacional al explicar lo sucedido con la rápida caída del estado afgano y la toma de la capital, Kabul, por los talibanes.
Varios países ya habían avisado de que temían un posible ataque al aeropuerto de la capital, donde se están llevando a cabo las evacuaciones de forma acelerada, pese a que la fecha límite acordada para la salida de tropas y civiles era el 31 de agosto.
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dijo este martes que el reconocimiento del régimen talibán en Afganistán «no está sobre la mesa»
Imaginen si EEUU no hubiera apoyado a los muyahidines y si se hubiera permitido que el pueblo afgano contemplara la posibilidad de un futuro socialista.