De esta crisis tampoco está exenta la Unión Europea (UE), ya que Sudán, junto a Sudán del Sur son productores de petróleo, habiendo exportado, en 2021, 132 mil barriles por día de crudo, un número significativo en el marco de la guerra de la OTAN contra Rusia, en Ucrania.
Por Guadi Calvo / Línea Internacional
A una semana de las negociaciones que se desarrollan en la ciudad de Jeddah, Arabia Saudita, las dos partes involucradas en el conflicto armado de Sudán han alcanzado un primer acuerdo para permitir que todos los civiles abandonaran el área de conflicto de manera segura, y proteger los suministros civiles.
Aunque los dos bandos, desde el día quince de abril, cuando se inició el conflicto, han continuado los combates, sin haber respetado ninguno de los alto al fuego que se establecieron.
Así que tanto las FAS (Fuerzas Armadas de Sudán) el ejército regular comandado por el General Abdel Fattah al-Burhan, cómo las FAR (Fuerzas de Apoyo Rápido) una organización paramilitar liderada por el seudo “general” Mohammed Hamdan Dagalo, conocido como Hemetti, han convertido sus disputas políticas en una guerra que se ha extendido a todo el país.
Disputas que empezaron, tras asociarse dando dos golpes de estado: el primero, en 2019, contra el dictador Omar al-Bashir, terminado con su gobierno de treinta años, y en 2021, derrocando al gobierno de transición del Consejo Soberano de Sudán, presidido por Abdala Hamdok, que buscaba llegar a una apertura democrática.
A casi dos años del último golpe, el día quince de abril, Jartum, la capital del país, se despertó con un intenso fuego de artillería entre ambos bandos. Expandiéndose por todo el país, sin haber menguado en ningún momento, los que hizo fracasar la decena de alto el fuego establecidos.
El comienzo de las negociaciones de Jeddah, solo buscan alcanzar el trazado de las rutas humanitarias, para que los millones de sudaneses que se encuentran retenidos por los combates, alcancen zonas seguras y suministros básicos lleguen a los centros urbanos sitiados por los combates.
Por lo que tanto en la capital y varias ciudades del interior se han seguido reportando intensos combates entre los bandos, desde el pasado marte nueve, lo que también se extienden a la ciudad de Omdurmán, apenas cruzando al margen occidental del Nilo Blanco, frente a Jartum, y en Bahri, (Jartum norte). Áreas sobre las que las fuerzas del general al-Burhan, han implementado ataques aéreos.
También el Comité Médico de Sudán informó de combates en la ciudad de Kosti, a unos trescientos kilómetros al sur de Jartum. Donde también se están produciendo enfrentamientos tribales, que el miércoles dejaron veinticinco muertos, los que no ha quedado claro, si estos enfrentamientos están estrictamente vinculados al conflicto mayor.
Mientras tanto, el día diez, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, informó que, de prolongarse el conflicto, que entre dos y dos millones y medios de sudanés podrían entrar en alerta alimenticio. La PMA también ha denunciado que sus oficinas y depósitos han sido saqueados, robando el veinticinco por ciento de sus reservas.
A espera de los resultados en las reuniones de Jeddah, algunos de los participantes entre los que se incluyen, delegados del gobierno saudita y de los Estados Unidos, habían declarado ser “cautelosamente optimistas”, para alcanzar una tregua humanitaria temporal, lo que se estaría confirmando en las primeras horas del viernes doce. Aunque, de todos modos, se encuentra muy lejos un alto el fuego efectivo.
Por lo que focos de combates como el establecido en El-Obeid, la capital del estado de Kordofán entre las milicias aliadas a uno u otro bando, han alcanzado un alto nivel de violencia. La ciudad con importancia estratégica, ya que se ubica sobre la ruta que una Jartum con Darfur y cuyo aeropuerto, al igual que los del resto del país, son vitales para uno y otro bando, dada la superioridad aérea del ejército, por lo que retenerlo por parte de las tropas de Hemetti, se ha convertido en un elemento clave.
Más allá del número de muertos y heridos, cuyas cifras parecen ser un secreto de estado para ambos mandos desde el comienzo del conflicto, ya que las cifras que surgen son realmente muy bajas, no solo considerando la virulencia de los combates y qué gran parte de estos se libran en áreas urbanas, sino también la cada vez más vulnerable asistencia sanitaria.
Por ejemplo, los partes médicos de El-Obeid señalan que se han quedado rápidamente sin insumos, por lo que la atención de los heridos es elemental y primaria. Mientras que, en toda la región de Darfur, que desde el inicio de la crisis se ha convertido en uno de los frentes más activos, la asistencia médica es también deficitaria, tanto en El-Geneina, la capital de Darfur Occidental, cómo en Nyala, la capital de Darfur del Sur, donde los combates entre la etnia originaria masalit apoyados por las tropas del general al-Burhan y los grupos árabes de la etnia Rizeigat, agrupados bajo el nombre de los Janjaweed (jinetes armados) creadas por Hemetti a principios de siglo, están reeditando el conflicto entre 2002-2006 que dejó al menos 300 mil muertos.
El temor de los vecinos
La crítica situación que vive Sudán, siendo por su extensión geográfica el tercer país más grande del continente, con fronteras con siete países (República Centroafricana, Egipto, Libia, Chad, Sudán del Sur, Etiopía y Eritrea) una región extremadamente inestable, que podría significar que el conflicto desborde a alguno de sus vecinos, más allá que la urgencia, ya está produciendo, consecuencias económicas, sociales y políticas en alguno de esos países, que sin duda dada la interrelación de las políticas y el comercio internacional, el conflicto podría afectar a países aparentemente lejanos como los Estados Unidos, Rusia y China, y otro más próximas, como el reino Saudita o los Emiratos Árabes Unidos (EAU) que cuentan con importantes vínculos económicos con Sudán.
En el continente africano mismo, dada la precariedad de las economías de la región, la desestabilización del Sahel y el Cuerno de África, ya con severas crisis de seguridad y climáticas, han puesto en alerta a las grandes potencias, particularmente a Washington. Mientras que el conflicto sudanés está retrasando la conclusión del acuerdo entre Jartum y Moscú, para que los rusos establezcan una base naval en Port Sudan.
De esta crisis tampoco está exenta la Unión Europea (UE), ya que Sudán, junto a Sudán del Sur son productores de petróleo, habiendo exportado, en 2021, 132 mil barriles por día de crudo, un número significativo en el marco de la guerra de la OTAN contra Rusia, en Ucrania. Además, Sudán es el mayor exportador mundial de goma arábiga, un insumo clave para las industrias alimenticias.
Aunque quizás la mayor atención se deberá poner sobre el Mar Rojo, con el que Sudán, tiene una costa de cerca de quinientos kilómetros, por lo que de producirse alguna interferencia podría afectar el flujo comercial a través del Canal de Suez, un paso vital para el comercio mundial.
Además, dada la cercanía entre Port Sudan, y la ciudad portuaria saudita de Jeddah, unos 132 kilómetros, es un paso importante para los miles de musulmanes de africanos que desde allí parte anualmente para realizar el Hajj, el viaje obligatorio según el Corán, para viajar a la sagrada ciudad de La Meca. Varias compañías aéreas especializadas en el hajj transitan por cielos sudaneses de camino a La Meca. Por lo que, de extenderse el conflicto, esas rutas deberán ser modificadas rutas, con todas las complicaciones que eso significa desde el punto de vista operativo, haciéndolas más largas y costosas, impidiendo que muchos devotos cumplan uno de los más básicos rituales, de la fe islámica, que este año dicho hayy (objetivo) deberá cumplirse aproximadamente entre el 26 de junio y el primero de julio.
Otra consecuencia de la prolongación de la guerra será que Egipto, en el norte, podría afectar el curso del Nilo Blanco, afectado el suministro vital para esa nación, desde el principio de los tiempos, mientras queda pendiente el acuerdo sobre el llenado y la ejecución de la Gran Presa del Renacimiento Etíope, sobre el Nilo Azul, lo que se ha convertido en un foco de inestabilidad, entre Jartum, El Cairo, respecto a Addis Abeba.
Incluso para el régimen sionista y los Estados Unidos, Sudán, como firmante de los Acuerdos de Abraham, establecidos bajo la presión del gobierno de Donald Trump, para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Tel Aviv y las naciones árabes, un cambio drástico en el país africano, podría afectar dicha afrenta al pueblo palestino.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
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