Sí a los tratamientos contra la COVID-19 para todos, no a los monopolios

Las compañías farmacéuticas debería renunciar a obtener y hacer cumplir las patentes, especialmente en los países de ingresos bajos y medios.

Javier F. Ferrero, sobre un artículo de MSF

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó el 24 de septiembre la combinación de los fármacos casirivimab e imdevimab para el tratamiento de las personas con COVID-19. El casirivimab y el imdevimab -así como el tocilizumab y el sarilumab, otros dos tratamientos para la COVID-19 que han sido recomendados por la OMS- pertenecen a la clase de fármacos denominados anticuerpos monoclonales (mAbs), que se comercializan desde hace décadas para el tratamiento de muchas otras enfermedades, incluidos varios tipos de cánceres, teniendo que adaptarse cada mAb a una enfermedad específica.

Los precios de los mAbs existentes suelen ser muy elevados, y los fabricantes independientes de versiones «biosimilares» de mAbs se enfrentan a menudo a todo tipo de barreras y de obstáculos legislativos y de protección de las patentes que dificultan enormemente la posibilidad de que introduzcan sus productos en el mercado rápidamente y de que aumenten con ello el suministro y la disponibilidad de estos fármacos. En un momento en el que la COVID-19 sigue haciendo estragos en todo el mundo, aumentar la producción y la disponibilidad de estos fármacos sería de suma importancia, pero no es ninguna novedad que, históricamente, todas estas dificultades y obstáculos han dificultado siempre la posibilidad de que se produzcan más mAbs y de que estos resulten más asequibles para aquellos pacientes que los necesitan.

La combinación de Casirivimab/imdevimab ha demostrado a través de ensayos clínicos una disminución del riesgo de hospitalización para los pacientes de COVID-19 que no están graves, pero que corren un alto riesgo de desarrollar la enfermedad en sus formas más graves, así como una disminución del riesgo de muerte para los pacientes de COVID-19 que ya están en estado grave, pero que son seronegativos (es decir, que no han generado una respuesta natural de anticuerpos propia). Es importante destacar que este es el primer fármaco contra la COVID-19 recomendado por la OMS para su uso en pacientes no graves, con el fin de reducir el riesgo de progresión de la enfermedad para aquellos pacientes que corren mayor riesgo.

Puesto que hoy en día diferentes olas de COVID-19 siguen afectando a la población de los países de todo el mundo, se espera que la demanda de este nuevo tratamiento que puede ayudar a aumentar las posibilidades de supervivencia de los pacientes sea alta. Sin embargo, Regeneron y Roche (responsable de fijar los precios fuera de EE.UU.) han fijado el precio del tratamiento que combina estos dos fármacos en 820 dólares en India, 2.000 dólares en Alemania y 2.100 dólares en los Estados Unidos, al tiempo que Regeneron ya ha presentado solicitudes de patente en al menos 11 países de ingresos bajos y medios.

La petición de Médicos sin Fronteras

Por todo ello, Médicos Sin Fronteras pidió a la corporación farmacéutica estadounidense Regeneron, fabricante y titular de la patente de estos fármacos, que tome medidas inmediatas para garantizar que estos sean asequibles y estén accesibles para todas las personas que los necesiten.

La organización médica pidió también que se renunciase a cualquier monopolio sobre este tratamiento dada la enorme necesidad de medicamentos para la COVID-19 que hay en todo el mundo. MSF pidió a la multinacional farmacéutica que ponga el casirivimab y el imdevimab a disposición de todo aquel que lo necesite y que los comercialice a un precio razonable.

Regeneron debería renunciar a obtener y hacer cumplir las patentes, especialmente en los países de ingresos bajos y medios. Así, Regeneron debería también renunciar a cualquier derecho de propiedad intelectual asociado a estos medicamentos y compartir su tecnología y conocimientos técnicos para acelerar la producción y diversificar el suministro por parte de fabricantes alternativos de todo el mundo.

El monopolio farmacéutico

“Es inaceptable que las personas que viven en países de ingresos bajos y medios no puedan beneficiarse de estos nuevos tratamientos que reducen la tasa de mortalidad de la COVID-19, por el simple hecho de haya empresas farmacéuticas que tienen un monopolio. No es razonable que se anteponga el deseo de obtener grandes beneficios que tienen estas empresas a la salud de millones de personas”, afirma Elin Hoffmann Dahl, especialista en enfermedades infecciosas de la Campaña de Acceso de MSF.

«La combinación de casirivimab e imdevimab no había recibido esta recomendación condicional por parte de la OMS hasta el día de hoy, y sin embargo, Regeneron ya había adelantado el proceso de solicitar las patentes. Regeneron debería dar ejemplo a todos los fabricantes de anticuerpos monoclonales, anteponiendo la vida de las personas a los beneficios, bajando inmediatamente el precio, renunciando a conseguir los monopolios y compartiendo los conocimientos y la tecnología necesarios para producir el casirivimab y el imdevimab con los fabricantes de los países de ingresos bajos y medios. El mundo necesita poder acceder de forma asequible y sostenible a los medicamentos que pueden salvar vidas en esta pandemia, así como también en el futuro», señala.

Dinero público, beneficio privado

Regeneron recibió una importante inyección de financiación pública para desarrollar el casirivimab/imdevimab, y que los costes de fabricación de los mAbs se estima que están por debajo de los 100 dólares por gramo cuando se producen a gran escala, la empresa debería bajar inmediatamente el precio para reflejar el coste real de producción y comprometerse con la transferencia de tecnología a otros productores.

Los Gobiernos deberían hacer uso de todas las medidas legales y políticas posibles para eliminar las barreras de acceso a las tecnologías y acelerar el desarrollo y la introducción de alternativas biosimilares para garantizar un suministro y un acceso sostenibles a estos fármacos.

Evitar la hospitalización

«En muchos de los países en los que trabajamos en Latinoamérica y África, la escasa disponibilidad de camas hospitalarias, el insuficiente número de trabajadores sanitarios para hacer frente a la gran cantidad de pacientes y la falta de oxígeno médico hacen que todo aquello que pueda evitar la hospitalización de pacientes resulte de vital importancia: un tratamiento combinado antiviral como casirivimab/imdevimab podría ser crucial para salvar muchas vidas», afirma el que fue coordinador de emergencias en Brasil de MSF, Joan Tubau.

«Y, sin embargo, estamos viendo que los mismos Gobiernos que compraron y almacenaron vacunas de COVID-19 hacen compras anticipadas similares de tratamientos de COVID-19, sin dejar apenas suministro para el resto del mundo, a menos que Regeneron permita que otras empresas ayuden a aumentar el suministro mundial. El acceso a los nuevos tratamientos de COVID-19 debe estar garantizado para todo el mundo, especialmente en los lugares donde la cobertura vacunal es baja, ya que, en estos lugares, inevitablemente se seguirán produciendo nuevas olas epidémicas. Es la única manera de evitar que se produzcan aún más desigualdades”, sentencia.

 

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