Serbia: las aguas turbias de Rio Tinto

El sábado 27 de noviembre, comenzaron una serie de manifestaciones contra la llegada del gigante minero anglo-australiano Rio Tinto a la región de Jadar, en el oeste de Serbia.

Por Marina Moyano / La tinta

En el último cuarto del siglo XIX, tuvo lugar la primera gran crisis del sistema capitalista. Pero esto no solo no significó su muerte, sino que se produjo el nacimiento de una nueva etapa: el imperialismo. La crisis tuvo tal magnitud que fue conocida como la Gran Depresión. A pesar de que la siguiente gran crisis la desplazó del primer puesto y terminó perdiendo su nombre a manos de la crisis capitalista de fines de 1929, no en vano fue, inicialmente, conocida como la “Gran Depresión”.

En 1873, cuando se inició esta gran crisis, fue el año en que se creó el Grupo Rio Tinto. De capital británico, la compañía nació como una corporación creada con el fin de explotar la mina de la cual adoptaba el nombre: Río Tinto. Recientemente descubierta, se encontraba en la región noreste de la provincia de Huelva, en Andalucía, España.

La todopoderosa Rio Tinto Company Limited acumuló un enorme poder y capacidad para operar como si fuera un Estado local dentro del propio Estado español. Hasta la llegada de la empresa, los habitantes de Huelva vivían de la pesca y de la agricultura. Pero los humos tóxicos, la consecuente contaminación y el empleo de sus habitantes como mano de obra transformaron radicalmente el paisaje y la vida del lugar. En 1888, se produjo un importante proceso de lucha obrera contra las condiciones de explotación de los trabajadores de la mina. Como consecuencia de la represión, más de 100 personas, entre ellos niños y ancianos, perdieron la vida. Las miserables condiciones de vida que la Rio Tinto Company imponía, debido a la quema de minerales a cielo abierto y a los estragos que causaban las emanaciones de dióxido de azufre, fueron las causas detonantes de la lucha obrera.

En la década de 1950, el capital privado español se hizo de buena parte de los activos de la explotación de la mina. Esta venta, junto a la fusión en la década siguiente con la firma australiana Consolidated Zinc, posibilitó que el Grupo Rio Tinto ampliara y expandiera su capital a diversas explotaciones de minerales en distintos lugares del mundo, como Chile, Brasil, Zimbabue, Sudáfrica, Namibia, Guinea, Canadá, Indonesia, Gales, Australia y Estados Unidos. En la actualidad, el grupo abarca un abanico de filiales y subsidiarias que explotan una larga lista de recursos minerales, como el aluminio, la bauxita, el uranio, el carbón, los diamantes y diversos minerales industriales como el bórax, el talco, el yeso, además del hierro y el mineral de hierro.

La Kriptonita: bien lejos de las historietas de Superman

En 2004, expertos de Rio Tinto dieron con un yacimiento mineral en Jadar, al oeste de Serbia, región conocida por el nombre del homónimo río que la atraviesa. Este mineral, cuyo nombre deriva del lugar donde fue hallado, es conocido como jadarita. Este es el único mineral de boro que contiene litio.

Según la empresa, este es uno de los más grandes proyectos de litio en el mundo. El mineral se ha vuelto muy codiciado en los últimos años, ya que se utiliza para producir baterías de gran escala, que son utilizadas para dar energía a los vehículos eléctricos y que sirven, además, para el almacenamiento de la energía renovable. Asimismo, el yacimiento de Jadar tendría el potencial necesario para producir boratos, que son necesarios para el desarrollo de equipamientos de energía renovable, como los paneles solares y las turbinas de viento, cada vez más en boga.


Al enviar el hallazgo al Museo de Historia Natural de Londres, en Gran Bretaña, se descubrió que la composición química del nuevo mineral coincidía completamente con la composición química de la kriptonita descripta por John Byrne. Aunque, a diferencia de la kriptonita, el mineral real es blanco en lugar de verde y es inofensivo.


Sin embargo, su descubrimiento y futura explotación pone fin a su naturaleza inofensiva. La explotación minera del gigante Rio Tinto, más allá de los benévolos dichos del presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, acerca de la generación de desarrollo y nuevos empleos para la región, acarrea resultados negativos para los trabajadores y la población en general de Jadar: el desarraigo, la destrucción de viviendas, la liquidación de pequeñas economías locales y la contaminación que deteriora seriamente el estado de los recursos naturales, como el agua potable, las tierras cultivables y el aire respirable.

La empresa se propone la construcción, en un plazo de cuatro años, de una mina subterránea con la correspondiente infraestructura y equipamiento, incluyendo los tractores de traslado. También se levantaría una planta procesadora de químicos, necesarios para producir el carbonato de litio de la batería. Las obras darían comienzo el próximo año y, en 2026, comenzaría a operar completamente.

Rio Tinto o Jadar

El sábado 27 de noviembre, de norte a sur y de este a oeste de Serbia, se realizaron manifestaciones contra la firma final del contrato que el gigante minero ha convenido con el gobierno. Debido a que la compañía aún espera una última aprobación, relacionada con los permisos, licencias de explotación y el cuidado ambiental, y que el presidente Vučić parece tener todo “limpito y planchadito” para el arribo de la multinacional, el pueblo serbio dio una clara demostración de absoluto rechazo al futuro de explotación minera.

Los cortes de tránsito y la ocupación de puentes fueron la forma elegida para manifestar. Las protestas se llevaron a cabo en Belgrado, principalmente, pero también en ciudades importantes como Subotica, NoviSad, Nis, Kragujevac, Uzice, NoviPazar. El malestar ciudadano se hizo sentir con fuerza.

La gente se reunió y manifestó de manera espontánea. De todas formas, estuvieron presentes diversos movimientos ciudadanos y ecologistas, como también organizaciones no gubernamentales. Todos ellos exhibieron pancartas y carteles en los que podían leerse diversas leyendas como: “Ecología u oncología”; “Rio Tinto peor que el nazismo”; “Su litio es nuestro veneno”; “No queremos dinero, queremos comida saludable”; “Cada mina ha traído la muerte”; “Cuándo, si no ahora”; “Nuestro aire no está a la venta”; “Nuestro país no está a la venta”; “Rio Tinto no puede aprobarse”.


El sábado 4 de diciembre, las manifestaciones se repitieron en todas las ciudades. Incluso ya es de público conocimiento que se convocó a una nueva jornada de marchas y cortes para el próximo sábado. Esto ha puesto al gobierno de Vučić en una situación bastante incómoda y se ha visto obligado a dar respuestas. Presionado, el Jefe de Estado realizó una serie de declaraciones con las cuales intentó desligar a su gobierno de la cuestión, posicionándose como un simple heredero de compromisos contraídos por el gobierno del Partido Demócrata de Boris Tadić. “Ya hay nueve decisiones importantes definidas y no corresponden a mi gobierno”, manifestó, haciendo referencia a las primeras conversaciones y acuerdos de cooperación realizados entre la empresa y el gobierno serbio en la primera década del siglo XXI.


Imitando la astucia de un loro, el mandatario aprovechó la oportunidad para intentar llevar tranquilidad a los manifestantes, buscando así evitar que la presión continúe y acabe con la legitimidad de una administración que debe enfrentar elecciones en poco tiempo. Vučić sostuvo que la firma final, y clave, para la futura explotación de los recursos todavía no fue estampada. Pero el gobierno ha quedado desnudo ante los ojos del pueblo serbio, pues tiene la potestad de decisión sobre la llegada de Rio Tinto al país. La fecha límite es el 10 de diciembre, día en el que vence el plazo para notificar la decisión final.

A pesar de que el gobierno, en un acto de aguda perspicacia, adjudique la decisión final a los resultados de los estudios de seguridad ambiental, esto no es más que una pantalla legal. La Rio Tinto Company lleva toda una vida de violaciones de derechos ambientales, contaminando cada lugar en el que inició una explotación minera. Desde los comienzos de su historia, allá en Huelva a finales del siglo XIX, ha dado muestras de que su respiración no es más que contaminación.

La vida celestial y la vida terrenal

Además de las leyes de preservación del medio ambiente, existen otras dos leyes, una de expropiación y otra de referéndum e iniciativa popular, que han ocupado la escena principal en el marco de las manifestaciones contra la empresa Rio Tinto. Tanto la una como la otra, y sus modificaciones en disputa, son una expresión legal del conflicto que se presenta en las calles cada fin de semana. A su vez, son un laberinto que podría llevar a perder de vista la profunda desaprobación popular de la llegada de la compañía.

En la vida celestial de las leyes, como decía Karl Marx, reina la igualdad. En cambio, en la vida terrenal y material, las cosas son distintas. La realidad condiciona la vida en sociedad y convierte a ciertas personas en políticos burgueses, y a la gran mayoría en trabajadores. Esta vida, la terrenal, es el reino de la desigualdad. Y ninguna ley, por más perfecta que sea, puede ni tiene como finalidad el exterminio de la desigualdad terrenal, sino más bien su perpetuidad. Por ello, a pesar de que el gobierno serbio se comprometa a compensar a quienes pierdan su vivienda y su trabajo, y prometa, a quienes se oponen a la contaminación, reparaciones celestiales, en la vida terrenal, por ahora, gana la desconfianza generalizada del pueblo de Serbia.

Hasta ahora, la gente de a pie posee una sólida confianza en sí misma, con una solidaridad colectiva entre quienes se verían directamente afectados y quienes lo estarían de manera secundaria. Esta solidaridad y fraternidad es la unión que guía la lucha para la firme y constante oposición a la llegada de la anglo-australiana Rio Tinto. Las manifestaciones y bloqueos programados para el sábado próximo dan cuenta de esta confianza. El pueblo serbio se ha puesto la tarea en sus hombros y le dice “No” a la explotación minera capitalista.

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