Seguridad frente a la incertidumbre neoliberal, solo va de eso

J. Hellín. POOL / Europa Press 22/5/2021

Por Carmen Romero

La intervención de la escritora y periodista Ana Iris Simón en Moncloa desató este fin de semana un debate de esos que carbonizan las redes, de esos donde muchos se dedican a escupir al suelo, y otros son el suelo. Básicamente porque son de esos debates donde la mayoría saca de contexto el discurso, donde se pone en boca o pluma de alguien algo que ese alguien no ha dicho, y donde entra en juego eso que algunos llaman cultura de la cancelación. 

Escribo este texto desde un pueblo de poco más de seis mil habitantes, donde el transporte público es más que precario y caro, donde las carreteras son de esas carreteras convencionales en las cuales miras a los lados y solo ves infinitos campos de trigo y girasoles, y el sol se esconde tras alguna montaña, que en invierno son verdes y en verano de color oro. Esas carreteras donde en primavera en las cunetas nacen amapolas y te da tiempo a verlas porque de vez en cuando se te coloca un jornalero con su tractor delante y tienes que hacer unos cuantos kilometros a 20 por hora porque la carretera tiene dos carriles estrechos. Un pueblo donde no hay cines, librerías, lugares de conciertos, ni ninguna otra motivación cultural de ese tipo. Un pueblo con dos colegios públicos y un instituto de esos donde heredas los libros de muchos años anteriores. Un pueblo con un pequeño centro de salud siempre lleno. Un pueblo donde los jóvenes cada vez empiezan a beber y drogarse antes. Un pueblo donde hay de todo, pero sobre todo hay obreros, camareros y camareras, limpiadoras y jornaleras. Un pueblo donde los abuelos y abuelas siguen cuidando y dando de comer a sus nietos mientras sus padres trabajan. En definitiva, un pueblo que tira para adelante no sé cómo entre tanta jungla neoliberal y abandono. Así que entiendo perfectamente ese ‘pueblos con futuro’ del que habla Ana Iris.

En un pueblo así, el debate seguridad-incertidumbre se hace más que necesario. Sobre todo cuando tienes que abandonar el lugar donde has crecido porque allí no hay futuro alguno para ti. Y eso si te dan la opción de marcharte, otros ni la tienen. Yo fui de las que se pudo ir para estudiar gracias a las becas. Y de las que ha vuelto con la pandemia. Y de las que se dio cuenta de que esa idealización de las ciudades y lo urbanita solo te vale si eres una niña bien a la que le gusta el brunch y el moderneo. Y eso que Sevilla, donde yo me fui, es una ciudad bien barroca. No me imagino lo que tiene que ser el Sueño malasañero. Ni quiero. 

La familia representa al estado represor, y como marxista que soy no hace falta que me lo expliquéis de la forma en la que lo hacéis. No se habla de la familia en este sentido, sino que se habla de la familia (sin tener por qué ser el modelo de familia tradicional) como núcleo de resistencia entre tanto individualismo. En Los santos inocentes de Mario Camus los reaccionarios son los cortijanos dueños de las tierras, no la familia de Alfredo Landa. Y no, no hablo de la familia tradicional, era solo un ejemplo, por suerte hay muchos tipos de familias. Ojalá esto de la familia como núcleo de resistencia no fuera así, pero nos ha tocado vivir una época en la que más que luchar por la conquista de derechos, luchamos por que no se nos quiten algunos que ya teníamos conquistados. Si aceptar esto que digo es rojipardismo, si la izquierda no asume que vamos perdiendo en ese sentido, que lo que hace falta es una izquierda que de certezas, que es de lo que iba el discurso en Moncloa (por primera vez en demasiado tiempo), nos queda un camino bien oscuro de ciclo político de la derecha y los ultras que les arrastran hacia el extremo.

No comparto eso de “Envidio la vida que tenían mis padres a mi edad” que dice la escritora, tanto en el discurso como en su libro, Feria, porque yo estoy pasando la mañana escribiendo esto mientras tengo música de fondo, y mi padre a los diecisiete cargaba sacos de cemento. Pero sí entiendo por qué la escritora lo dice. Entiendo que la cosa va de poder decidir. De poder decidir tener un hijo o una casa no porque queramos formar una familia tradicional y reaccionaria, sino porque decidir es ese debate que teníamos en torno a la palabra liberad que tanto utilizaba Ayuso en la campaña madrileña. Decidir si es que te lo permiten tus condiciones materiales. Si somos precarios, no hay libertad que valga. No quiero ser freelance mientras me como un muffin de colores y me bebo un café ecológico en la cafetería de moda del antes barrio obrero de mi ciudad que ahora se ha gentrificado. Quiero tener un trabajo estable y que mandemos al hoyo esos eufemismos que pasados por el traductor de la realidad se traducen en pérdida de derechos laborales. 

Condiciones de vida de la juventud, industrialización, regulación del mercado de la vivienda, etc. De todo esto iba el discurso que Ana Iris soltó sin que le temblara la voz y con cabeza bien alta en Moncloa frente al presidente del Gobierno. Igual que cualquier cosa para Ayuso era libertad, durante estos días para algunos cualquier cosa es fascismo. Pero qué raro que en algunas partes no vean tan claro que el problema es el neoliberalismo. También hay otros para los que la nostalgia no es reaccionaria y sí buena si de lo que se habla es del 15M.

3 Comments

  1. El problema no es el neoliberalismo (o no es el principal problema). El problema es que España no tienen estructura económica/industrial para dar condiciones dignas a toda su población.

    Puedes comparar a cualquier lado del Atlántico: EEUU (hiperliberal), o centro-europa (Alemania, Holanda ….). que son más ‘socialdemócratas’. La clave de esos países no es la ideología; es la cultura protestante, cuyo axioma principal es ‘buscate la vida’. Y de ahí surge su potencia industrial que es capaz de dar condiciones dignas a toda su población.

    España, nos guste o no, es un país con mentalidad funcionarial. Ese es el problema! En España la gente piensa ‘tengo derecho a tener un buen trabajo’, y eso es un error, porque el mundo no funciona así (ni en EEUU ni en Alemania). Los buenos trabajos vienen como consecuencia de haber invertido en ciencia, tecnología, industria … que es lo que estos países hacen de forma recurrente.
    En España hemos invertido en carreteras, AVEs, aeropuertos sin aviones …. y universidades mediocres. Mientres eso no cambie (y no es fácil) en España seguirimos viviendo de la industria de la única industria que hemos sabido desarrollar: el turismo.

  2. Estoy un poco cansado del debate izquierda/derecha, comunismo/neoliberalismo … en España. Creo que solo conduce a que cada uno apoye a los suyos, como en un partido de fútbol.
    Y digo esto porque el debate del ‘poder decidir’ creo que está mal planteado. El no poder decidir es el síntoma de un problema más gordo que se llama la falta de industrialización de España.En España nos hemos dedicado los últimos 40 años a ver quien es más moderno, más urbanita, más progre (o más liberal) … y nadie ha pensado en la economía. Y  ya lo decía Bill Clinton: It’s economy, stupid.
    Todo el problema de España es una falta de industria, que viene de un fallo del modelo educativo. Durante los últimos 40 años se ha hecho muy poquito en términos económicos, y el que no lo quiere ver tiene un problema de visión. Hay un país que partía de una situación peor que España hace 60 años y hoy es lider en muchas industrias (Corea del Sur). En España somos lideres en turismo de sol y playa.Esto daría para un debate largo … pero lo que quiero decir es que mientras este tema no se aborde profundamente nos podremos pasar siglos lamiéndonos las heridas de la desgracia de no poder decidir qué vida llevar. Y por desgracia me temo que va a ser así …

  3. Muy de acurdo con todo salvo por una cosa en la que creo que nadie ha caído, o si lo ha hecho no lo ha considerado importante: la familia de la que habla Marx es la germánica, la familia luterana encabezada por esa figura autoritaria y venerable a la vez del ‘Vater’, esa familia que Thomas Mann retrata ‘Los Buddenbrook’ e Ingmar Bergman, de forma más poética y centrándose en la figura del ‘Vater’ en ‘Fanny y Alexander’. No digo que la familia latina, con su importante componente matriarcal que no sólo alude a la madre sino a las tías y abuelas, hubiera encantado a Marx, pero probablemente le habría parecido menos asfixiante que la familia protestante decomonónica.

    En todo caso creo que hoy día no tiene mucho sentido poner de ejemplo la familia prototípica del XIX, y menos la del mundo germánico. Creo que hoy la familia significa otra cosa, significa cariño, complicidad, apoyo mutuo, estar a las duras y a las maduras… Desde hace un par de generaciones la mayoría de los padres son «amigos» de sus hijos; la postura autoritaria siempre existirá en los primeros años de vida porque los humanos seguimos siendo animales, y los «cachorros» obedecen a cierta autoridad más que al razonamiento y la previsión a futuro (que, dicho sea de paso, depende de estructuras neurológicas que no se desarrollan hasta el final de la adolescencia), sí, pero la mayoría de la gente ya no se lleva a matar con sus padres, ni aquí ni en Alemania.

    En fin, que sí, que parece que «rojipardo» es el nuevo «revisionista». Si uno dice que hay cosas de la tradición que no están tan mal, al menos en su versión actual, parece que está a dos telediaros de hacerse falangista. En fin, ese el el nivel de los que han crecido entre lecturas de autores yanquis y «posmos».

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