Se recrudece el conflicto armado entre Kirguistán y Tayikistán

Kirguistán ha contabilizado 36 muertos en sus filas, entre civiles y militares, así como un centenar de heridos, y también que ha evacuado a 130.000 personas de las zonas en conflicto

Por Angelo Nero

Este viernes, 16 de septiembre, contábamos en estas mismas páginas la reactivación del viejo contencioso fronterizo que enfrenta a dos países del Asia Central, aliados en teoría, puesto que los dos pertenecen a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) -en la que también se encuentran Rusia, Armenia, Kazajistán, y Bielorrusia. El origen de este conflicto es la confusa delimitación fronteriza entre ambos países, una vez se independizaron en los años noventa, ya que los dos formaban parte de la Unión Soviética.

Como en muchos estados herederos de la URSS, importantes comunidades nacionales quedaron dentro de un estado que no siempre reconocía sus derechos y su cultura, lo que ha generado no pocos conflictos, como sucedió con el disputado territorio de Nagorno-Karabakh, donde la mayoría de sus habitantes, de origen armenio, no aceptaron formar parte Azerbaiyán, y después de un referéndum de autodeterminación, todavía en el que la población del oblast votó mayoritariamente por su independencia. Aunque también hay población tayika que ha quedado dentro del estado kirguís, como señalamos en el artículo anterior, en las causas conflicto entre Kirguistán y Tayikistán está la disputa por el agua, un preciado recurso que ya está protagonizando, y seguro que causará más conflictos en todo el planeta.

Mientras publicábamos esta primera nota sobre esta nueva chispa que amenaza con incendiar Asia Central, el mismo viernes las autoridades kirguís, informaban que “el servicio fronterizo observa que los disparos continúan a lo largo de todo el perímetro de la frontera entre Kirguistán y Tayikistán en la región de Batken. La parte tayika está utilizando tanques, vehículos blindados, morteros. Los guardias fronterizos de Kirguistán han respondido a la agresión armada del lado tayiko, en respuesta, tomando las medidas adecuadas utilizando todas las técnicas y armas disponibles para obligar al enemigo a dejar de disparar.”

Esto ha sido rebatido desde Tayikistán, cuyo relato es diferente. Según las fuentes tayikas, habrían sido los guardias fronterizos kirguises de Dinau, los que habían violado el alto el fuego, bombardeando el puesto de fronteras tayiko de Dusambé. También han asegurado que Kirguistán está atacando con drones Bayraktar TB2, de origen turco.

El mismo viernes en la ciudad uzbeka de Samarcanda, y en el marco de la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), los líderes de Kirguistán, Sadyr Zhaparov, y Tayikistán, Emomali Rahmon, cerraron un acuerdo de alto el fuego para detener las hostilidades armadas. No obstante, el sábado 17, las fuerzas tayikas acusaron a los kirguises de violar el alto el fuego, bombardeando con morteros varias localidades fronterizas. Algo que fue contestado por Kirguistán, que acusó a sus vecinos de atacar un puesto fronterizo en Isfara. Lo que ha quedado claro es que el acuerdo al que llegaron sus presidentes ha quedado en papel mojado, y que las hostilidades continúan.

Kirguistán ha contabilizado 36 muertos en sus filas, entre civiles y militares, así como un centenar de heridos, y también que ha evacuado a 130.000 personas de las zonas en conflicto. Tayikistán no ha ofrecido cifras de sus bajas. En abril de 2021 también se desató un conflicto fronterizo entre ambos países, en el que 43 personas perdieron la vida, y más de doscientas resultaron heridas. Lo que parece probado, a pesar de la diferencia en los relatos, es que Tayikistán ha atacado muy adentro del territorio kirguís, saliendo de los habituales enfrentamientos fronterizos.

Otra de las causas de la reedición del viejo contencioso fronterizo puede estar en que en Tayikistán se está produciendo una transferencia de poder del presidente Emomali Rahmon, a su hijo Rustam Emomali, hasta ahora alcalde de la capital, Dusambé. El patriarca de los Rahmon tiene mandato hasta 2027, que, de completarse sería el mandato de un presidente de las repúblicas emergidas de las cenizas de la Unión Soviética. De hecho ya gobierna junto a sus hijos, Rustam y Ozoda, en un triunvirato que difícilmente se puede calificar de democrático. El país también se encuentra sorteando una inflación galopante y un profundo estancamiento económico.

Kirguistán también es muy criticado por su corrupción del gobierno de Sadyr Zhaparov y por la represión del pluralismo político, aunque todavía mantiene algunos estándares democráticos, como medios de comunicación independientes, una sociedad civil activa y elecciones aparentemente libres. La historia contemporánea de este país asiático, como señalamos en un artículo anterior “está plagada de abruptos cambios políticos, como la Revolución de los Tulipanes, que en 2005 derrocó al presidente Askar Akáyev, que dirigía el país desde antes de la disolución de la República Socialista Soviética de Kirguistán, o como la más violenta revuelta de Osh de 2010, también llamada Revolución del Melón, que derrocó a su sucesor Kurmanbek Bakíev, que abandonó el país y buscó asilo en Bielorrusia.”

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