Se ha desescalado después de cada ola demasiado deprisa, se han levantado restricciones y se ha magnificado la capacidad de protección de las vacunas.
Por FADSP.
En pocos días se producirán las fiestas navideñas que se supone conmemoran el nacimiento de alguien que no sabemos si realmente existió y menos aún, si lo hizo, cual fue la fecha en que nació, pero que la Iglesia católica muy oportunamente coloco en el mismo momento en que se festejaban las Saturnalias en el mundo romano coincidiendo con el solsticio de invierno. Y aunque las fiestas se suponen son religiosas, la realidad es que hace ya tiempo que se han convertido en festejos populares y en una especie de celebración del consumo y de la ingesta excesiva de comida y bebida con algún tinte de nostalgia familiar.
Este año es más que previsible que además se consiga el contagio masivo de la covid19, porque las aglomeraciones, las celebraciones con un exceso de copas y la perdida relativa del miedo a la enfermedad, favorecerán la falta de precaución y el aumento de los casos, que ya están en marcha ayudados por el ultimo puente. Por supuesto las autoridades sanitarias mientras tanto miran para otro lado, a nivel central porque ni ponen en marcha mecanismos legales para garantizar medidas más estrictas de contención, y dejan toda la responsabilidad en manos de las CCAA, la llamada cogobernanza, que más bien es un ejercicio de lavarse las manos y eludir sus propias obligaciones, esperando que todo vaya bien apostando en exclusiva por las vacunaciones, las terceras dosis y la vacunación infantil.
Obviamente las vacunas están teniendo un efecto beneficioso sobre la evolución de la enfermedad, pero su efecto como es sabido esta en evitar las complicaciones más graves y no en todas las personas vacunadas, aunque si en la mayoría, pero no impiden el contagio, y además hay un porcentaje pequeño pero significativo de población sin vacunar, si bien menor que en otros países, que es la que favorece la transmisión y el mantenimiento de la pandemia, a más de la presencia de nuevas variantes que como es bien conocido son inevitables si no se disminuye de manera drástica el número de casos, en España, en Europa y en el mundo.
Porque conviene volver a recordarlo, si el coronavirus sigue infectando libremente y circulando entre la mayoría de la población mundial la probabilidad de que se produzcan más brotes, más olas, y nuevas variantes mas agresivas, es cada vez mayor. Por eso podríamos hacer gala de ese tan cacareado “espíritu navideño” y aprovecharlo para levantar las patentes de las vacunas y así permitir la vacunación masiva a nivel mundial. Si no lo hacemos no solo favoreceremos la extensión y gravedad de la pandemia, sino que lo haremos para aumentar las ya fabulosas ganancias de las multinacionales farmacéuticas.
Claro esta que las responsabilidades están muy bien repartidas. Se ha desescalado después de cada ola demasiado deprisa, se han levantado restricciones y se ha magnificado la capacidad de protección de las vacunas, en algún caso, como el de Ia Comunidad de Madrid su presidenta sigue predicando la irresponsabilidad contra toda la evidencia científica e incluso contra el propio PP.
Mientras tanto las administraciones sanitarias no hacen los esfuerzos necesarios para reforzar la Sanidad Pública, plantean presupuestos escasos, dejan caer a la Atención Primaria, y no aprovechan los fondos europeos para reforzar el sistema sanitario (solo el 1,5% de los fondos provenientes de la UE van a la Sanidad, frente a por ejemplo el 22% en Italia o el 8,1% en Portugal).
Habrá que pedir a los magos que nos traigan administradores sanitarios más responsables, más presupuestos para la Sanidad Pública, reforzar la Atención Primaria y recordar a nuestros gobernantes que el artículo 43 de la Constitución señala que Se reconoce el derecho a la protección de la salud. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. A ver si lo cumplen.
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