Rusia acelera la nacionalización de empresas en medio de la guerra con Ucrania y el boicot occidental

La nacionalización de empresas responde a una cuestión coyuntural para hacer frente a los desafíos y dificultades de la guerra.

Por Redacción NR | 17/09/2024

Durante estos dos años y medio, con el desarrollo de la guerra en Ucrania, el Estado ruso se ha hecho con los activos de algunas empresas privadas occidentales que han roto vínculos económicos con Moscú. ¿Ha vuelto el socialismo a Rusia? ¿Putin se ha vuelto bolchevique? No, nada que ver. El Kremlin está tomando estas medidas de urgencia en un contexto bélico y en medio de una campaña de sanciones, boicot y bloqueo económico por parte de Bruselas y Washington.

En este marco excepcional y de manera coyuntural, Rusia está usando al Estado como motor de la economía para evitar el estallido de una crisis. Y según admiten varias fuentes occidentales que nada tienen que ver con ‘la propaganda rusa’, la fórmula está funcionando por ahora.

En esa línea, Rusia ha nacionalizado varias empresas occidentales, como es el caso de AvtoVAZ, la automovilística Nissan, la petrolera Shell, la gasística y petrolera noruega Equinor, la compañía francesa de petróleo y gas TotalEnergies, la compañía de refrescos Bashkir, LLC «Phoenix», que gestionaba el puerto «Bronka», «Kuchuksulfato», la productora de metanol Metafrax Chemicals, el Puerto comercial marítimo de Kaliningrado, la fábrica de pulpa y papel Syasky, la farmacéutica Uralbiopharm, el agroholding Pokrovsky, el mayor productor de pasta del país Makfa o la Far Eastern Shipping Company.

Según informó el Fiscal General ruso Igor Krasnov en el Foro Económico de San Petersburgo, desde el inicio de la guerra con Ucrania en el año 2022, más de 100 empresas privadas ‘de importancia estratégica’, y cuyos activos se estiman en 1,3 billones de rublos, han sido nacionalizadas.

Unos datos que evidencian que el Estado ruso se ha agigantado y ha tomado la iniciativa para hacer frente a las problemáticas y a las necesidades derivadas de la guerra con Ucrania. Para hacernos una idea, según los expertos de la Academia Rusa de Economía Nacional, el sector público representa actualmente alrededor del 60% del PIB ruso.

Pero no se trata tan solo de una cuestión puramente coyuntural si teneos en cuenta los datos brindados por el Instituto de Investigación Económica Aplicada de la Academia Rusa de Economía Nacional y Administración Pública. El sector público se está ampliando gradualmente. En los últimos 20 años, su participación en la economía casi se ha duplicado. Seguramente este fenómeno responda a una estrategia del Kremlin de prepararse para un escenario como el actual ante la larga política de confrontación llevada a cabo por el atlantismo durante las últimas tres décadas.

Aún así, debemos recordar que más allá del contexto excepcional, Rusia se rige por un régimen capitalista de libre mercado. El ministro de Finanzas Antón Siluanov lo recordó recientemente advirtiendo que las autoridades rusas no tienen intención de gestionar las empresas nacionalizadas, de manera que los activos transferidos al Estado se venderán nuevamente al capital privado.

A pesar de las declaraciones de Siluanov, lo cierto es que el Estado ruso está manteniendo bajo su control muchas de las empresas confiscadas. En los casos de aquellas que se han terminado privatizando de nuevo, el Estado ha mantenido en ocasiones una participación estatal superior al 50% para garantizar el control sobre estas compañías. Sin embargo, también comprobamos como existen varios ejemplos en los que las empresas nacionalizadas terminaron de nuevo en manos de otros oligarcas.

Por exponer algún caso: el Estado expropió un conjunto de empresas al oligarca Sergei Sopchuk, propietario de la minera de oro Terney Zoloto, de la instalación turística más grande de Primorye, Mayak Recreation Complex, así como Poltava Terminal y Nizhneleninskoye River Checkpoint. Sin embargo, la minera Terney fue finalmente vendida a la compañía privada Honeyed.

Otro ejemplo: la cantera de piedra Pamashyalsky, confiscada al oligarca Leonid Markelov, fue vendida finalmente al empresario Alexander Mikhailov. Otro caso fue el nacionalizado puerto de aguas profundas Bronka en San Petersburgo, que terminó siendo transferido a la empresa privada NKK-Logistic. Unas ventas que no siempre se llevan a cabo mediante licitaciones públicas y abiertas, sino por orden gubernamental directa.

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