Ruido de sables

Por Victor Chamizo

Hay ruido de sables en el Partido Popular. Algo impensable hace apenas unos meses. La estrepitosa catástrofe de la moción de censura presentada por el PSOE ha precipitado todo. El PP ya no se sostiene. Probablemente haya perdido, no ya los apoyos políticos (eso ha quedado patentemente claro) sino los apoyos extraparlamentarios. Puede que la banca, las grandes empresas y los grandes capitales estén viendo a Ciudadanos como el sucesor de un partido que está dando sus últimos estertores. Y esas convulsiones demuestran cómo de envenenada se encuentra la formación azul, como de carcomida está. Puede que su única esperanza, cara al viejo franquismo que aún lo sostiene, sea la de Pablo Casado, apadrinado por Aznar, el bastión más puro del fascismo falangista, por eso están nerviosos, porque cualquier paso en falso puede dar al traste con las expectativas de salvar un partido, que tiene que quedar como el representante de la extrema derecha – la Fuerza Nueva de los años 70 – y con los escaños que siempre le han correspondido a la extrema derecha. Es necesario, por otra parte, que estén retratados y no confundan a nadie. Se han empleado a fondo. Nadie como ellos sabe hacerlo cuando persiguen un objetivo: “el fin justifica los medios” ¿recuerdan? Han utilizado el espionaje, la difamación, la mentira, el chantaje, todo lo que ha estado en su mano cuando han ostentado el poder para continuar aupándose en él. Ahora lo utilizan para llevar a la presidencia a su candidato. Ellos son así.

Posiblemente, tras lo que resulte en el congreso final y, especialmente, después de lo que las urnas dictaminen, se produzca la espantá final y Ciudadanos comience a recibir viejas glorias del PP, que dejan el partido como las ratas abandonan el barco cuando se hunde.

Que nadie se llame a engaño. Los nuevos, son los viejos. Los viejos, son los nuevos. Un poco de chapa y pintura es suficiente para que lo de siempre parezca algo nuevo y diferente. Un cambio de colores de caras y la sofisticación de un mensaje arcaico para hacerlo parecer renovado, incluso novedoso, serán suficientes para engañar al gran público. Lo triste es que entre ese gran público existen individuos con una preparación intelectual que sorprende.

Pero todo el que haya seguido con detenimiento la trayectoria política de este partido podrá haber observado que ha votado, en más del 90 % de las ocasiones, de la mano del Partido Popular. Por tanto, estamos donde estábamos. La ceguera de una mayoría nos volverá a llevar por el mismo camino que traíamos, y a mí, personalmente ya no me valen las lamentaciones de aquellos que han hecho posible que sus decisiones contribuyan al deterioro de lo de todos. Esos, al rincón de llorar. Nosotros, los que los hemos combatido durante años, llevamos mucho tiempo con las lágrimas resbalando por nuestras mejillas.

No sé lo que harán ustedes, pero yo no pienso tolerar una queja de aquellos que sé positivamente que les han dado el apoyo, aunque lo considere injusto. Se ha terminado el buenismo.

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