Rufián jugando a la cárcel con Junqueras

Domingo Sanz

Todo hace pensar que está regresando a “Madrid” el eslabón débil de la cadena que ha asegurado la continuidad de la monarquía restaurada en por Franco en 1947 y encajada 31 años después en la Constitución que, como ahora sabemos, fue posible solo gracias a la trampa de Suárez que nos contó la Victoria Prego que un día se miró al espejo del alma y decidió que no podía mantener durante más tiempo aquel secreto conseguido a micrófono cerrado y que nadie más conocía.

El tal “eslabón” de lo que cada vez más importantes llaman también “régimen del 78”, aunque sea poniéndolo en boca de terceros para que no les tiemblen las sílabas, comenzó a debilitarse, quizás ya de manera irreversible, en toda España, capital Madrid, durante las honras fúnebres del bipartidismo celebradas por todo el electorado el día 20 de diciembre de 2015.

A la vista del fracaso de unos políticos que no sabían moverse en el nuevo escenario, el citado “eslabón” se trasladó a Catalunya, desde donde, entre otras cosas, han conseguido que en Europa comiencen a preocuparse por nuestra salud política y, tal como decíamos, intenta regresar ahora a la capital a lomos de los 13 diputados que, capitaneados por Gabriel Rufián, han advertido a los 337 restantes que también les importan los problemas del Estado.

El problema para los de ERC es que la palabra “Tamayo” y derivadas ha sido la triunfadora en la primera sesión de un debate de investidura, lo que ha provocado que Sánchez, para evitar cualquier sorpresa, haya dado la orden a sus 120 para que duerman esta noche en Madrid. Una sorpresa que no sería posible si ERC hubiera sido capaz de interpretar los riesgos concretos del lugar concreto en el que estaban votando.

Pero, en cualquier caso, me pregunto cosas como las siguientes.

¿Cómo es posible que tengamos una democracia que se quiera tan poco a sí misma como para que el resultado de unas urnas decisivas pueda ser alterado por algo tan irrelevante como un incidente fortuito que provoque la ausencia involuntaria de un diputado en un lugar determinado y a una hora inamovible, que es la de votar en el Congreso la investidura de un presidente del gobierno?

¿Cómo es posible que, además, tengamos una democracia tan abierta a la corrupción que permita que un “incidente” financiero activado con las peores intenciones pueda hacer que un diputado vote B cuando poco antes habría participado en una reunión formal de su grupo parlamentario en la que, democráticamente, se habría decidido, incluso por unanimidad, votar A?

Se que, en cambio, no se pueden evitar “incidentes” como el de que un órgano administrativo llamado Junta Electoral Central, movilizado por PP, Vox y Ciudadanos, decida señalar para el día anterior al de la primera sesión de investidura, sin ninguna necesidad de que fuera en esa fecha, la toma de unas decisiones que podrían desestabilizar a ERC, JxCat y CUP.

(Lo que PP, Vox y Ciudadanos no podían esperar es que ERC, JxCat y la CUP, endurecidos ya por la represión impulsada por toda esa derecha española, absorberían esta nueva provocación sin perder el equilibrio).

Lo que tampoco se puede evitar es que desde la “Coalición del Apocalipsis”, en feliz denominación acuñada por Pedro Sánchez, viéndose perdedores, se atrevan a lanzar hoy mismo, lunes de Reyes Magos, una gran “fake” con la intención de desestabilizar esta vez a los 120 socialistas del Congreso, a quienes, con Arrimadas como portavoz más osada, han estado pidiendo que traicionen a su candidato y a la mayoría absoluta de los afiliados del PSOE, que lo devolvieron al liderazgo hace dos años y medio.

De momento, son las siete de la mañana y no veo “fake” en las portadas.

Si no fuera por la pregunta que viene a continuación, podríamos confiar en que el primer gobierno de coalición y progresista será capaz de reformar la ley electoral y el procedimiento para investir al presidente del gobierno, de tal forma que “incidentes” como los anteriormente descritos no puedan tergiversar las urnas nunca más.

La respuesta a la pregunta que viene la conoceremos mañana, cuando sea martes 7 de enero pasado el mediodía, y puede mandar al infierno las ilusiones por un cambio que esta vez sí podría merecer ese nombre.

¿Cómo es posible que tengamos un grupo parlamentario como el que dirige Gabriel Rufián que, habiendo decidido facilitar la investidura de Sánchez en virtud de un acuerdo por escrito y firmado entre ambas partes, y siendo plenamente conscientes de todos los peligros descritos, hayan optado por la siempre arriesgada, y al mismo tiempo cobarde, “abstención”, en lugar de un “sí” en primera votación que hubiera proporcionado la mayoría absoluta (166 + 13 = 179) ayer mismo, día 5, y entre otras muchas bondades, como la de helar las sonrisas de los Casado, Abascal, Arrimadas y miles de sus seguidores, podríamos contabilizar las de ahorrar dinero de todos en viajes al Congreso o permitir a miles de padres e hijos jugar tranquilamente con los nuevos juguetes?

Son tantos los imponderables, comenzando por el sorteo de la letra del apellido que debe comenzar a votar el 7 de enero, que pueden dejar sin capacidad de reacción a los 13 de ERC al no conceder la investidura en primera vuelta, que cualquier persona habría comprendido que un cambio al “SI” no era más que pura táctica para asegurar el objetivo principal, que solo podemos considerar la decisión de los diputados de ERC como la de unos irresponsables a quienes, o les gusta jugar con fuego, o en realidad están librando una batalla distinta a la que justifica los sueldos de diputados en el Congreso que perciben.

Me vienen montañas de preguntas para Rufián, con tal de darle la oportunidad de que nos explique el porqué no varió el sentido de su voto en la investidura de un Sánchez idéntico al que van a elegir 48 horas más tarde, pero las resumiré en estas:

¿Cómo es posible que un partido con líderes encarcelados y exiliados por haberse enfrentado a una legislación represiva sea, dos años y tres meses después, incapaz de esquivar un teatro de la doble votación que les pueden proporcionar a quienes más les odian la posibilidad de tender sus trampas y ejercer sus presiones insoportables?

¿Será porque ERC por sí sola nunca hubiera sido capaz de mantener el tipo para convocar y celebrar el referéndum del 1 de octubre de 2017?

¿Os atreveréis, tu y la ejecutiva de ERC, a refugiaros en el apoyo masivo a la abstención aprobada dos días antes por vuestro Consejo Nacional, en caso de que fracase el día 7 la investidura que vosotros negasteis el día 5?

¿Qué sometisteis a votación aquel día, una EQUIS aunque cierren el estadio del Barça, o las consecuencias de ese resultado porque son mejores que las de un DOS, y resulta que el UNO os tiene acomplejados?

Los protagonismos de Rufián durante las varias legislaturas pasadas le permitieron conquistar el relevo de un Tardá en retirada y le han convertido en imprescindible, quizás de transición, en una ERC alterada por la represión. Su falta de flexibilidad política convencida y convincente me recuerda un poco a Iglesias, el de Podemos, que, al igual que ni Rufián ni nadie puede saber lo que ocurrirá mañana en el Congreso, Pablo tampoco fue capaz de comprender que el “sorpasso” de 2016 no sucedería o que, reincidente, tras los 24 de Vox en abril/19 vendrían los 52 de noviembre. ¿De verdad merecía la pena arriesgarse a una ultraderecha tan crecida, o incluso a que el volátil Sánchez hubiera decidido pactar con Casado?

Quizás la parada, no tan breve y tras su intervención, de Laura Borrás con Pedro Sánchez, anuncien un seguro de vida de la investidura por parte de JxCat. Sus siete diputados pasando del NO al SI no hubieran resuelto nada el lunes, pero podrían haber llevado a ERC a lo mismo, dando un ejemplo de unidad independentista en Madrid que habría provocado más de un disgusto bien merecido.

Son ya más de las nueve de la mañana del día de Reyes de 2020 y ni El País ni El Mundo se hacen eco aún de alguna bomba “informativa” fabricada para que haga estallar el miedo en las cabezas de algunos de los 120 de Sánchez. Sí insisten en las presiones sobre “Teruel existe” desde las portadas, cuyo diputado dice que no se sumará al apocalipsis, tal y como sí ha anunciado Ana Oramas, siempre tan sincera como contra Montoro y en contra de su propio partido en Canarias.

Confiemos en que no nos visite Tamayo. Me anima a pensarlo el hecho de que, de haberse preparado, no lo habrían anunciado tanto.

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