Remedios Málvarez: “En Alalá mostramos como gentes de distintos orígenes son capaces de convivir y de encontrar un punto en común a través del flamenco”

Entrevistamos a Remedios Malvárez, directora, productora y guionista, con la que conversamos sobre su primer largometraje «Alalá», estrenado en 2016, en la que muestra como el flamenco también puede ser un instrumento de transformación social.

Por Angelo Nero | 1/12/2023

A Remedios Málvarez me llevó el camino de la Memoria, ese en el que muchos nos obstinamos en transitar para desenterrar el pasado, para recuperar las voces de los silenciados, para ponerles rostro a las invisibles, y para que el olvido no enrede nuestros pasos y nos lleve otra vez al abismo y a la barbarie. Gracias a Remedios, y a ese documento duro y tierno que es su “Pico Reja, la verdad que la tierra esconde”, me reconcilié con el flamenco, a través de Antonio Manuel y Rocío Márquez, que rompieron mis fronteras musicales y expandieron la geografía de mis paisajes sonoros. Gracias a Remedios descubrí que el flamenco también puede ser una herramienta de transformación social, con un documental luminoso y con mucho duende: “Alalá”.

Lo primero que queremos preguntarte, Remedios, además de felicitarte por este extraordinario trabajo es, ¿cómo llega hasta a ti el proyecto de la escuela Alalá, y en que momento decides que ahí había una historia que merecía la pena contar?

“Alalá” fue mi primer largometraje, antes, solamente había hecho un corto. Yo soy una persona que ya estaba vinculada al flamenco, por trabajo, desde siempre, me he dedicado a la fotografía de espectáculos de flamenco, y es una materia que me interesa, como lenguaje, como expresión, como cultura, no solo como el espectáculo en si, sino con todo lo que hay detrás, me parece que tiene una carga emocional y antropológica muy grande, y siempre me ha parecido muy atractivo.

La historia de Emilio Caracafé, que era un gitano que vivía en las Tres Mil, que se llevaba a los niños a una peña, para sacarlos de la calle, y les enseñaba a tocar la guitarra, de manera altruista. Eso se convirtió en una pequeña asociación, un espacio donde poder llevar a los niños, que eran unas caracolas que salen en la película, que cuando la rodé todavía no era la Fundación Alalá, que se fundó después, en aquel momento era una pequeña asociación, y me pareció que era una historia maravillosa de contar, como el flamenco sirve para educar en valores, como les da facilidades a estos niños, y los puede sacar de la calle.

No tenía ni idea si iba a hacer un corto o un largo, porque el primer largometraje te pesa muchísimo, y fue la primera película que hice, y para mí fue muy especial y muy entrañable, porque fue como esa aventura de tirarte al vacío, y estoy muy contenta por como salió y por la difusión que tuvo. De los premios, el más importante es donde la pudimos llevar, conseguimos estrenarla, aparte de en un festival, en el barrio de las Tres Mil Viviendas, y había gente que nunca había visto el cine en una pantalla grande, y me pareció muy especial. Otro sitio donde la llevé fue a la cárcel de Sevilla, donde muchos de los padres de los niños que salen estaban allí.

Aunque el verdadero protagonista de “Alalá” sea el barrio de las Tres Mil viviendas, en Sevilla, y cada una de las historias que contiene, es indudable que Emilio Caracafé es la figura central, el hilo conductor que une todas estas historias. ¿Es Emilio uno de esos superhéroes de barrio que es necesario reivindicar?

Emilio en el barrio es el puto Emilio, es una persona adorada y respetada, y buena, es un tipo con valores, y es una persona, aparte de entrañable, muy significativa de este barrio, la gente le respeta. Yo entré en el barrio de su mano, sino hubiera sido un poco difícil poder acceder a un barrio que no le gusta que le retraten de cualquier forma, están un poco cansados de los estereotipos y de que le saquen siempre lo mismo. Probablemente hice un retrato social de ese barrio, con las connotaciones que tenía esa historia personal, que era la de Emilio con los niños, pero sobretodo me propuse hacer un retrato diferente, porque el retrato social de un barrio como el de las Tres Mil Viviendas está en la memoria colectiva de mucha gente, está en nuestro imaginario sin haberlo buscado, yo era la primera que tenia ese prejuicio, pero cuando tu te metes allí, te das cuenta que la gente tiene muchos valores, que hay gente con mucha dignidad, y que eso hay que respetarlo, y la verdad es que me enseñaron mucho.

Para la gente que todavía no ha visto el documental, nos gustaría que nos hablaras de los objetivos de la escuela Alalá y del impacto que ha tenido sobre el barrio de las Tres Mil viviendas.

El objetivo de esta escuela, que empezó con Emilio, era quitar a los niños de la calle, por llamarlo de alguna manera, porque estos niños no tienen actividades extraescolares ni nada de eso, y se creó como una manera de formar a los críos a nivel musical, se les daba la merienda, también se les obligaba a estar escolarizados, se creo la asociación, y se fue afianzando a nivel académico, de relaciones familiares, y era una manera de proteger a esos niños. El proyecto fue creciendo hacia otro tipo de actividades deportivas, también como escuela de madres, talleres de oportunidades para mujeres, y ahora ya tiene sedes en otras provincias, como la de Jerez.

La película no se si ayudó o no, pero si visibilizó, porque en aquel momento estaba empezando el proyecto y la película, de alguna manera, puso encima de la mesa y abrió, a todos los niveles, la forma de mirar, que tuvimos sobre aquello. Sobretodo visibilizó ese proyecto y lo dimensionó muchísimo, lo mostró en cines, televisiones, y creo que eso ayudó.

Algo que me llama la atención en la película es la integración de muchos niños de familias inmigrantes, ¿es el flamenco un lenguaje universal que no entiende de fronteras?

Es que el flamenco es mestizaje, es fusión, el flamenco surge a partir del cúmulo de todas las culturas que hemos arrastrado, y se integra perfectamente todo tipo de mestizajes ahí. Curiosamente este barrio, que antes era una población mayoritariamente gitana, es un barrio desfavorecido, cuando empieza a llega a Andalucía la población migrante, se tiene que alojar en zonas en donde es más barato vivir, y ahora mismo es una torre de Babel, no solamente está la población gitana, hay población magrebí, sudafricana, y es muy curioso como niños que ya son españoles, que han nacido aquí, de padres africanos, que han venido en pateras, son flamencos. A mi esto me parece tan bonito, y tan multicultural, que gentes de distintos orígenes sean capaces de convivir y que además tengan un punto en común, en esta escuela, a través del flamenco. A mi me parece mágico. Pero ya te digo que el flamenco es esa amalgama de culturas, y por eso se integran perfectamente.

A pesar de rodar en un barrio estigmatizado por los medios, descubrimos un rico universo lleno de gente humilde y trabajadora, creativa y soñadora, amable y solidaria. ¿Fue muy difícil vencer sus reticencias para entrar en su intimidad y lograr esa complicidad que rezuma en la cámara?

Esa complicidad conllevó el tiempo de ser una persona de confianza. Yo estuve como seis meses que quedaba con Emilio, un día para tomar café, me enseñaba tiendas, me enseñaba bares, otro día quedaba para desayunar o para ir al mercado, yo le acompañaba a su barrio, yo iba a su escuela, y empecé a ser una más, no era un elemento de incordio, y todo el mundo me conocía, y sabía quién era yo, sin yo saberlo. Tengo una anécdota muy curiosa, porque dentro del barrio hay zonas más conflictivas que otras, y recuerdo un día, que quedé con Emilio en un bar, y llegué sola, era un bar en el que solo había hombres, jugando a las cartas, y estaba un poco incómoda, la verdad, y Emilio no había llegado. No recuerdo si pedí un café o una cerveza, y cuando fui a pagar, el señor de la barra me dijo: “Señora, la que viene aquí por derecho, la primera vez se le invita”. Yo me quedé sorprendida, y le dije: “Ole tú, flamenco.” Sabían perfectamente quién era yo, sabían que no iba a sacar nada que les pudiera hacer sentir mal. Están cansados de ese estigma, de que la gente les vaya allí a sacar las miserias humanas, ellos tienen derecho a guardarse su intimidad, no tienen porque ser objeto de miradas de público, y esa prensa amarilla y atroz no la soportan. Cuando yo metí cámaras allí, yo no tuve ningún problema. Yo no trabajé con policía, ni cerca ni lejos, porque era una más allí, no había ningún problema. Todo lo que ves ahí, está rodado con la mayor naturalidad del mundo, sin necesidad de cuestionar nada. La fiesta que sale, esa la montamos en la calle, sin ningún problema.

Con “Alalá” conseguisteis siete candidaturas a los Goya, además de premios en los festivales de Huelva y Málaga, e incluso en el extranjero, en Indonesia y Bolivia, por ejemplo, ha sido reconocido vuestro trabajo, ¿qué recorrido ha tenido la película y donde se puede ver actualmente?

Te tengo que matizar, lo de candidaturas a los Goya, eso no es ningún premio, eso es que tu película es válida para tener esas candidaturas, pero si que tuvo 47 premios nacionales e internacionales, ganó en Huelva, Sevilla, Marsella, y a nivel internacional muchísimos. La película ahora mismo está en Netflix, y los derechos de emisión también los tiene Canal Sur. Y si tuvo un recorrido bastante amplio para ser un primer largometraje, y yo me vi un poquito desbordada porque yo nada más hice esta película para probarme y ver si era capaz de hacer un largo, que para mi era un reto, y la verdad es que el resultado, sobre todo a nivel humano fue el gran premio, el poder retratar este barrio como quise, y lo que yo recibí de la gente de allí fue mi premio, y el aprender a mirar de forma diferente, que ha sido el gran Goya de esa película, a nivel personal.

Incluso para una persona como yo, que tengo que confesar mi absoluto desconocimiento del flamenco, es una película que te araña el alma, porque cuenta una historia local, pero que, a la vez, es universal.

Si, este tipo de barrio se repite en todas las grandes ciudades, y la música es un lenguaje absolutamente universal, lo entienden en todos los idiomas, y el flamenco tiene estas connotaciones, de ser una música muy pasional, muy racial, muy íntima, es una música que llega, te gusta o no te gusta, pero no te quedas indiferente. Entonces se mezclan todo esto para que la película tenga ese gancho y se deje ver, aunque no te guste el flamenco.

Ahora el proyecto tiene detrás a la Fundación Alalá, y tiene dos sedes, en Sevilla y Jerez de la Frontera, ¿ha crecido mucho el proyecto original que muestra la película hasta el presente?

Ha crecido en actividades, en financiación, ahora mismo es una Fundación que cuenta con el respaldo de un patronato, y sigue haciendo esa actividad, pero con muchos más medios, y con muchos más programas, no solamente el programa de niños, ahora tiene deportes, madres. A mi me parece maravilloso si nosotros ayudamos a darle esa visibilidad. Les ha unido la música, pero ya son muchas más cosas.

Es importante, para terminar, destacar al equipo técnico que está detrás de “Alalá”, en el que destaca la dirección de fotografía de Luis Castilla, que recoge esa luz especial que baña el barrio de las Tres Mil Viviendas, y la realización, edición y montaje de Antonio Andújar, que le imprime un ritmo fantástico a la película, pasando por la banda sonora original de Miguel A. Magüesín “Dr. Keli”. Háblanos, para terminar, de este equipo que está detrás del documental.

El equipo es el equipo de mi productora. Era la primera película para todos, ahí nos bautizamos todos. Y nos tiramos a hacer algo como experimento, como prueba, para probarnos y para disfrutar. Era la primera vez que Luís hacía el trabajo de director de fotografía, aunque él es fotógrafo, como yo; era la primera vez que Arturo hacía el montaje de un largo; y yo era la primera vez que dirigía. Éramos, como a mi me gusta decir, una panda de aficionados, pero nos creemos lo que hacemos, y lo hacemos con el alma. Y algunas veces hasta sale bien, y a nosotros nos salió bien, porque hay mucho corazón ahí puesto, no fue una película a la que le ganamos dinero, ni muchísimo menos, en España, haciendo documental, eso es imposible, y con una película de estas características menos, pero se trabajó con esa buena fe, voluntad, ganas de contar. A mi me gusta hacer las películas que creo que son necesarias, y yo creo que esta historia había que contarla.

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