Recordando a Wilhelm Reich

Por Esteban Cabal

Se cumplen 60 años de la muerte del polémico y proscrito discípulo de Freud

 

Tras una década de ostracismo, “Mayo del 68” desenterró el caso Reich y vino a poner en entredicho la leyenda negra que, sobre su vida y su obra, habían alimentado sus pares científicos y los representantes de la ortodoxia marxista.

La controversia desatada entonces ha despejado muchas incógnitas sobre su trayectoria, pero el enigma principal aún no ha sido desvelado: ¿Qué hay de cierto en sus teorías científicas sobre el orgasmo, la energía biológica, el origen del cosmos, etcétera?

Reich, en su obstinación por proponer al mundo una nueva moral, una moral más avanzada, sufrió las iras de propios y extraños. Primero fue expulsado del Partido Comunista y de la Asociación Psicoanalítica Internacional. La «Sex-Pol» (Política Sexual), organización que fundó en 1931 y que llegaría a aglutinar a más de 40.000 personas, fue disuelta por Stalin. Cuando Hitler subió al poder, los nazis confiscaron toda su obra y tuvo que huir de Berlín.

Dinamarca y Suecia le negaron el permiso de residencia. De Noruega se traslada a Estados Unidos porque la prensa no dejaba de hostigarle. En América sería repetidas veces detenido. La comunidad terapéutica «Orgonón» que fundara en 1949, tuvo que cerrarse en 1954 porque el gobierno fascista de la era McCarthy le impuso una fuerte multa, destruyó todos sus «Acumuladores de Orgón» e incineró públicamente sus escritos.

Finalmente, después de diversos procesos terminaría siendo condenado a dos años de cárcel que no llegó a cumplir; su muerte se produjo en extrañas circunstancias hace 60 años, el 3 de noviembre de 1957, en una prisión federal y la última obra que estaba escribiendo sobre matemática orgonómica desapareció entre las rejas. Aún en 1960, tres años después de su muerte, un organismo de control de fármacos conseguiría llevar por segunda vez a la hoguera pública sus libros y apuntes. Naturalmente, con el beneplácito de la administración norteamericana.

Brillante psicoanalista y colaborador habitual de Freud durante su primera época, Reich no quiso limitarse a atender los problemas individuales de sus pacientes. Como psicoterapeuta con inquietudes sociales, se sintió obligado a ir más allá, a observar los problemas de la sociedad en su conjunto. Encontró una sociedad enferma, agarrotada, autodestructiva y neurótica, cuya moral caduca debía ser sustituida por otra más digna, más sana, más libre.

Reivindicó el cuerpo. Había que dejar de pensar en el cuerpo como un apéndice de la personalidad. El sexo no es pecado, ocurre para regular las funciones energéticas del cuerpo y de la mente. «Conseguir que el animal humano acepte su propia naturaleza»; este es el verdadero sentido de la obra de Reich.

Reich se adelantó a su época. Las ideas de Erich Fromm y de Marcuse fueron antes defendidas, aún con más fuerza, por él. Superando a Freud, entendió la relación psique-soma, mente-cuerpo, como una unidad funcional. Desarrolló un método terapéutico revolucionario para romper la coraza y los bloqueos caracteromusculares, liberar las emociones reprimidas y restablecer la capacidad «orgástica», es decir, la capacidad de vivir y de amar relajadamente, obteniendo gratificaciones plenas por el libre flujo de las energías vitales.

Los postulados de Reich han sido el caldo de cultivo para la mayoría de las nuevas psicoterapias: la Bioenergética, el Rolfing, la Gestalt, la terapia primal, la anti-psiquiatría, los masajes, la psicoperistalsis, terapia Radix, expresión corporal, la eutonía, la sexología de Masters y Johnsons, la psicosíntesis, el nacimiento sin violencia de Leboyer, el parto ecológico de M.Odent, etcétera.

Como psiquiatra, sexólogo, físico, sociólogo y astrónomo, el polifacético Reich, fue un investigador infatigable. Construyó un paradigma multidisciplinario que hasta a Einstein llevó al asombro, una teoría general capaz de confirmar la existencia de una Energía Cósmica Primordial que precede a la materia y la genera. Una teoría que revela la naturaleza de la energía biológica y acerca soluciones a problemas como el cáncer o la neurosis, explica fenómenos naturales como la formación de los ciclones, los desiertos, la energía atómica y las galaxias y se atreve a precisar el origen de la vida y del cosmos. Proyecto demasiado oceánico y comprometedor para obtener el respaldo del estamento científico. Sin embargo, acertadas o no, sus teorías no dejan de abrir extensos e interesantísimos campos de trabajo para la investigación.

 

EL ENIGMA DE LA ENERGÍA BIOLÓGICA

Desde los tiempos del emperador amarillo, los chinos que trabajan con la acupuntura afirman que energías sutiles riegan constantemente el organismo. Hace también miles de años que las escuelas de yoga de la India reconocen un metabolismo energético que regula todos los procesos vitales. La máquina de la vida necesita energía para funcionar.

En occidente, muchos hombres de ciencia han formulado conceptos similares. Darwin manejó el término «fuerza nerviosa», Driech empleó el de «Entelequia», Bergson lo llamo «Elen Vital», y Sigmund Freud hablaba de «energía libidinal».

Reich se propuso fundamentar biológicamente el concepto freudiano de la líbido. Encontró que la energía psíquica y la energía sexual no son más que dos expresiones distintas de una misma energía biológica. Una energía cuyas propiedades físicas difieren fundamentalmente de todas las formas conocidas de la energía.

En el siglo pasado se sabía que la superficie del cuerpo humano está cargada de electricidad. Tarnachoff y Veraguth demostraron que, como resultado de las emociones, se producen alteraciones en el potencial bioeléctrico de la piel.

Kraus, internista alemán, comprobó que el cuerpo está regido por procesos eléctricos, ya que consiste en innumerables superficies internas de distinta energía potencial, por lo que la energía eléctrica del cuerpo se halla en continuo movimiento.

En 1935, Reich demostró que el orgasmo es el resultado de un fenómeno de descarga eléctrica. Con ayuda de un oscilógrafo encontró que, en momentos de mayor excitación, las zonas erógenas del cuerpo registran un aumento de su potencial bioeléctrico, y cuando la sensación de placer desaparece se producen disminuciones de hasta 50 milivoltios.

Sin embargo, la energía que se manifestaba en aquellas mediciones, aunque se relacionaba con la energía electromagnética, mostraba un comportamiento diferente por su forma, velocidad y funcionamiento.

Años más tarde, ciertos estudios sobre «biones» (vesículas de energía que participan en el paso de la no-vida a la vida), permitieron a Reich constatar la presencia de un tipo de energía capaz de cargar sustancias no conductoras. Esta energía pudo ser detectada en todas partes, en el organismo vivo y en cada una de sus células, en la tierra, en la atmósfera y en el «vacío». Por su identidad con la energía biológica la denominó «Orgón».

El «Orgón», tal y como fue definido por Reich, se opone a la «entropía»: contrariamente al segundo principio de la termodinámica, fluye del sistema más débil hacia el más fuerte. La materia orgánica atrae a la energía orgónica, mientras que los metales, después de atraerla la repelen.

El aprovechamiento de estas propiedades físicas especificas posibilitó la confección del primer «Acumulador de Orgón», un sencillo aparato que permite observar la energía orgónica visualmente (es posible percibir su luminiscencia azulada), térmicamente (aumento de la temperatura en el interior del acumulador aún cuando éste sea enterrado o sumergido), electroscópicamente y por medio del contador Geiger Müller. En términos reichianos, la energía orgónica es «la energía que precede a la materia y la genera».

En el transcurso de las investigaciones orgonómicas que se sucedieron a continuación, Reich atribuyó grandes virtudes curativas al uso médico del acumulador: puede ser utilizado para restablecer el equilibrio neurovegetativo y ayuda a combatir múltiples enfermedades. Incluso podría servir para inmunizarnos contra la radioactividad. Para W. Burroughs, «no cabe la menor duda de que, en el caso de Reich, sus descubrimientos han sido silenciados por organismos oficiales para ocultar nuevos experimentos secretos en la misma dirección».

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