Rebelarse contra la pobreza y la esclavitud

Por Xavier Tarazona con ilustración de ElKoko

Desde mi último artículo, hace más de medio año, la situación política y económica española ha ido de forma soterrada por los caminos marcados por la superestructura económica global que nos domina, con la necesaria y entusiasta colaboración de los “ninots de falla” que nos gobiernan (y de paso nos roban), por debajo de los alborotos y las cortinas de humo de Catalunya, del rancio nacionalismo español envuelto en himnos y banderas, del tratamiento amarillo de los asesinados machistas, de las grandes nevadas y las incompetencias gubernamentales y demás distracciones mediáticas convenientemente orquestadas con el objetivo de conseguir un país subyugado a los intereses de las oligarquías nacionales y foráneas sin que se levanten demasiadas voces críticas que cuestionen la situación, las pocas que se levantan son apagadas y sepultadas por los medios de comunicación (o desinformación) a su servicio, aplicando de forma continuada y extrema las recomendaciones emanadas desde los “tinktanks” neoconservadores.

Escribir de economía en este país, para personas concienciadas y críticas con las políticas neoconservadoras, parece un “mantra” repetido una y mil veces, tanto que al final parece que siempre escribimos el mismo artículo con otras palabras, pero nadie parece ser consciente de dónde estamos y hacia dónde vamos. La política económica del gobierno está totalmente al servicio de los grandes oligarcas internacionales y nacionales, ya hemos dicho alguna vez que parece que somos un campo de pruebas para ver hasta dónde pueden llegar con su destrucción consciente de un débil modelo de economía del bienestar como el nuestro y el aguante que tiene la población frente a la miseria y los abusos del poder. La mayor parte de las actuaciones han pasado desapercibidas intencionadamente, con el silencio cómplice de la prensa y con justificaciones de “pandereta” de miembros del gobierno y de su entorno. Vamos a poner algunos ejemplos delo que estamos hablando, que no son los únicos, pero si muy ilustrativos.

Están consiguiendo cubrir todos los parámetros necesarios que requiere el sistema para convertirse en una dictadura sin tener que recurrir al ejercito.

El sistema público de pensiones ha sido saqueado a conciencia para intentar demostrar su insostenibilidad a medio y largo plazo, aconsejando cínicamente que si la población quiere tener pensiones empiece a hacerse fondos de pensiones privados en los bancos y compañías de seguros (o muriéndose antes, como recomiendan en el PP), también haciendo campaña del aumento de la edad de jubilación hasta los 68 años (para la Patronal todavía no hay bastante, seguramente la quiere hasta la muerte y así no hay problema de pensiones), al tiempo que se congelan (más bien las bajan en relación al incremento del IPC anual) intencionadamente las percepciones por jubilación (detallado magistralmente por Joan Ramon SanchisEl dilema de las pensiones: quien y cómo pagarlas”, El Salto).

La reforma del mercado laboral, con la excusa de la crisis provocada por ellos mismos, nos ha llevado masivamente a la precariedad laboral, al trabajo temporal y a tiempo parcial, dejando en manos de las empresas las decisiones salariales y de contratación, que en la práctica se ha convertido en un despido libre y muy barato para las grandes empresas, al tiempo que se cargan la negociación colectiva y debilitan todavía más a los ya acomodados sindicatos. La brecha entre los ricos y los pobres cada vez es más grande y más profunda y soportada con resignación por la mayoría de los afectados, creciendo exponencialmente los índices de pobreza y exclusión social y financiera. Este modelo laboral es el que necesita el sistema para continuar con un modelo económico depredador e insostenible con la base de la construcción, la especulación y los servicios turísticos masivos y estacionales.

El mantenimiento de una política energética en función de los intereses de las grandes compañías eléctricas y gasistas, cerrando el paso a las energías renovables y al uso del autoconsumo eléctrico con el famoso impuesto al Sol y con el mantenimiento sin fin de una falacia cómo es el llamado déficit tarifario a favor de las grandes eléctricas con unos cálculos sacados de la manga por importe de 30.000 millones de euros que el Estado les abona puntualmente.

La corrupción nos cuesta 40.000 millones anuales, mientras se deterioran los servicios públicos con el objetivo de favorecer su privatización con el resultado de precarizar más los puestos de trabajo y deteriorar la calidad de los servicios.

La baja tributación de las grandes empresas y de las grandes fortunas, con bonificaciones a la tributación en algunos casos que, con cálculos de los técnicos del Ministerio de Hacienda, significan una pérdida de recaudación de 173.370 millones de euros anuales, el rescate o indemnizaciones a proyectos públicos privatizados como las autopistas radiales de Madrid (2.000 millones de euros) y el almacén de gas Castor (1.350 millones de euros), el fraude fiscal directo anual que, según estima Intermón-Oxfam, se sitúa alrededor de 59.000 millones de euros, el rescate bancario que ha costado al Estado 61.495 millones de euros (la banca no ha pagado impuestos desde el inicio de la crisis, a pesar del rescate con dinero público y el aumento exponencial de los beneficios), por ejemplo, dejan un gran agujero en la Hacienda Pública que sólo pagamos la mayoría de la población asalariada o jubilada.

Todo esto sin contar la corrupción que se calcula nos cuesta 40.000 millones anuales, mientras se deterioran los servicios públicos intencionadamente con el objetivo de favorecer su privatización con el resultado de precarizar más los puestos de trabajo y deteriorar la calidad de los servicios. Según el informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-SE), un 27,9% de la población española vive en la pobreza o en riesgo de pobreza y exclusión social en contraste con el aumento de los ingresos de la minoría más rica. La brecha económica cada día se hace más grande y más profunda y parece que a ningún gobernante le merece atención este tema. La mayoría de estos datos no se publicitan masivamente de forma intencionada, o se enmascaran con datos macroeconómicos que no reflejan la realidad de la distribución de la renta, incluso algunos medios más arrimados a los oligopolios se atreven a contradecir directamente los datos.

Visto todo esto, lo que podemos decir con objetividad, después de más de 10 años continuados de crisis económica y desde la perspectiva de la población que sufre esta crisis, es que el modelo económico vigente no es el que nos interesa y no funciona para solucionar los problemas económicos de la población mayoritaria, puesto que el modelo económico neoconservador es un modelo que explota no sólo a las personas, sino también al Estado, por lo tanto es hora de ir escuchando propuestas alternativas de modelo económico que hasta ahora sólo están viniendo por parte de la Economía Social.

Para iniciar este viaje es imprescindible antes una actuación política para echar a quienes nos están gobernando, que cada día que pasa van demostrando con sus actuaciones y actitudes a quienes defienden y quién son. Actualmente estamos asistiendo al desmantelamiento consciente y consentido del sistema mínimamente democrático que nos dotaron los herederos directos del franquismo económico con la anuencia de algunos partidos de izquierda en el año 77 con la famosa (in)modélica Transición. Los dirigentes del PP y Ciudadanos intentan (y lo están consiguiendo con la más obscena complicidad de los dirigentes del PSOE a espaldas de la mayoría de su militancia) tapar sus intenciones detrás de la bandera del patriotismo más rancio y más irracional, de la incitación al odio a los contrarios y la “demonización” de cualquier intento de cambiar las estructuras sociales. Están consiguiendo cubrir todos los parámetros necesarios que requiere el sistema para convertirse en una dictadura sin tener que recurrir al ejercito, puesto que además de controlar la economía, también controlan a los medios de comunicación, aprueban leyes represoras de la libertad de expresión y los derechos de protesta y manifestación (Ley “mordaza”), controlan el aparato judicial y lo ponen a su servicio político (las actuaciones del Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional recuerdan cada día más al famoso Tribunal de Orden Público (TOP) del franquismo de aciago recuerdo para muchas personas), deterioran intencionadamente la educación y la sanidad públicas y el cuidado de dependientes con un doble objetivo, impedir la aparición de elementos críticos y conscientes, por un lado y favorecer con privatizaciones a las empresas amigas, por otra.

La brecha entre los ricos y los pobres cada vez es más grande y más profunda y es soportada con resignación por la mayoría de los afectados.

Una vez echados a estos elementos reaccionarios y anti-españoles (por mucho que se envuelven con la bandera y con el himno), con el cambio necesario de postura del PSOE, que deberá hacer caso a sus bases, habrá que implementar una serie de medidas mínimas necesarias que nos encaminen hacia un nuevo modelo económico y social. Empezando por promulgar políticas fiscales que aumenten la recaudación del Estado con leyes contra el fraude fiscal y la evasión de capital, con una fiscalidad progresiva que grave las rentas más altas, una ley efectiva contra la corrupción, una nueva ley laboral que recupere derechos de negociación colectiva y favorezca las contrataciones y salarios dignos y suficientes para vivir, un plan de recuperación del sistema público de pensiones, un modelo de financiación territorial equitativa que unifique las prestaciones sociales en todos los territorios, un aumento significativo de las partidas dedicadas a protección social, una disminución radical de los gastos superfluos y los gastos militares, una reforma de la banca que elimine los oligopolios y la concentración bancaria. El nuevo modelo económico tendrá que buscar especialmente basar la actividad económica en empresas que aportan nuevos valores relacionados con la responsabilidad social, la ecología y el respeto al medio natural, apartando el modelo especulativo y depredador característico del capitalismo financiero.

Este es el único camino posible para recuperar a las maltratadas personas de este Estado, pero, sin duda, no será fácil, el poder tiene en sus manos todos los medios represivos y manipuladores, pero, quizás es posible, el ejemplo de cómo se tiene que empezar ya nos lo han mostrado los miles de jubilados y jubiladas con sus manifestaciones, reclamando el derecho a unas pensiones públicas justas y suficientes para una vida digna, hartos de ser manipulados, engañados, despreciados y precarizados. El resto vayamos tomando el ejemplo. Los derechos se ganan no se suplican, ni es suficiente tener la razón, tenemos que utilizar las armas que tenemos a nuestro alcance.

 

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