Por José Antonio Martín Acosta

Las ratas abandonan el barco
Se esparcen
Como sesos desparramados
Se expanden
Como hilillos de plastilina
Se encorvan
Como obreros cansados
Se estorban
Como comisionistas frustrados
Se escabullen
Como cooperadores necesarios
Son ratas de cloaca
Son ratas de palacio
Son ratas escarmentadas
Ratas de mil y un tipos rancios
Ratas de postín
Ratas de fondo de armario
Ratas de Valentino
Ratas de barrio
Ratas al fin
Ratas sin calendario
La ratas abandonan el barco
Pero no se hunden
No se mueren de un desfalco
No acaban en una cuneta
Ni en una cárcel que les espere
Simplemente y sin más
Cambian de barco
Abandonan el barco
Pero no por ello dejan de ser lo que son
Ratas de maletín y sobre
Ratas de alta alcurnia y bajo copete
Ratas dionisíacas
Ratas salobres
Ratas drogadictas
Ratas bien enseñadas
Para robar al pobre
Como solo saben hacerlo
Las ratas
Las ratas de los hombres
Las que cambian de acera
Las que se apresuran a hacer mudanza
Y algo de limpieza
Las que se miran el estómago
Las que se palpan la cartera
Las que cambian de partido
Pero no de presa.
Se el primero en comentar