La revolución tecnológica todavía tiene taras que deben corregirse desde el punto de vista judicial. Estos nuevos avances de la tecnología han sido, en algunos casos, más rápidos que su adaptación al sistema jurídico. Es el caso de los vehículos sin conductor, la última gran innovación del automovilismo que pretende revolucionar el sector. Concluir quién debe pagar la indemnización por accidente de tráfico es una de las principales cuestiones que giran en torno a este sistema de conducción.
La cuestión radica en dónde encontrar la culpabilidad cuándo se produce un accidente en el que está involucrado un coche guiado de forma automática sin necesidad de tener un conductor que lo maneje. ¿La culpa es del responsable del vehículo o de la empresa qué ofrece una tecnología determinada que luego genera un problema? El debate está servido y ha ido a más a medida que se han producido algunos accidentes mortales con este tipo de vehículos. La pregunta apunta a descubrir quién debe asumir los costes de daños y perjuicios cuando el accidente es provocado por el vehículo sin conductor.
Por un lado, una postura sitúa al propietario del coche como el principal responsable, ya que es su vehículo y debe responder ante cualquier problema. Generalmente un coche sin conductor no implica que no lleve pasajeros y uno de ellos debe estar atento durante todo el trayecto para evitar cualquier accidente, en especial aquellos que puedan tener consecuencias graves. Su responsabilidad recae en saber adelantarse a este posible problema y evitarlo cogiendo las riendas del coche.
Por otro lado, hay una corriente que exime de toda culpa al propietario y sitúa a la empresa concesionaria del vehículo cómo el único responsable ante un accidente. Sí una empresa vende un producto referido a la conducción sin conductor, éste debe ser acordes a las características que se ofrecen y garantizar con total confianza para el cliente y seguridad de que puede funcionar sin cometer ningún error. Especialmente si se tiene en cuenta que la conducción puede originar muertes y por ello no se pueden admitir errores en los coches sin conductor. Esta idea obvia cualquier responsabilidad al propietario del vehículo, quien lo adquiere bajo unas supuestas condiciones de máxima seguridad. Al menos así debe asegurarlo la empresa cuando se trata del transporte de personas.
De una u otra manera, es fundamental para el conductor disponer de los mejores servicios de asesoría y ayuda jurídica, que le puede guiar ante cualquier problema de este calibre. Son profesionales y en muchos casos especialistas en accidentes de tráfico y pólizas de coches cuyo trabajo se centra en ofrecer las máximas garantías jurídicas a su cliente. Es lo más recomendable para circular con tranquilidad, válido para todo tipo de vehículos. Ante cualquier siniestro, la asesoría de un especialista en esta materia ayuda al usuario a saber a quién y cómo puede reclamar la indemnización correspondiente cuando sufre un accidente. Los concesionarios no aclaran este posible conflicto y ni siquiera algunas compañías de seguros lo tienen claro, así que una buena elección es recurrir a especialistas.
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