Si el aborto farmacológico se impone como la única técnica IVE, estaremos renunciando a formar a los/as profesionales para que garanticen la necesaria convivencia de ambos métodos.
Francisca García y Eva Rodríguez, Presidenta y Vicepresidenta de ACAI.
En los últimos años se defiende desde distintos foros que la técnica basada en fármacos es el método más “conveniente” para las mujeres, incluso más allá de la semana nueve de gestación. Una técnica que según las personas que defienden la exclusividad del método, permite a la mujer empoderarse al controlar ella misma su aborto, obviando las condiciones vitales de esas mujeres y sus vivencias emocionales, así como, el proceso en sí mismo: sus efectos secundarios y las complicaciones derivadas de la técnica.
Es esta una posición que suele sustentarse en estudios en los que las mujeres no han tenido la oportunidad de elegir el método, bien porque no tenían posibilidades debido a razones legales, físicas, jurídicas o administrativas, bien porque los/as profesionales que han facilitado la prestación no les han dado esa posibilidad de elección.
Antes de poner el foco sobre las dos principales técnicas de IVE en las primeras semanas de gestación: instrumental y farmacológica; reiteramos que para las/os profesionales de ACAI, ambas técnicas son necesarias, debiendo ser la elección del método una decisión libre e informada de la mujer de acuerdo a sus circunstancias.
La Ley Orgánica de SSR e IVE convirtió el aborto en una práctica sanitaria legal y gratuita que además estableció en su Artículo 17.1 que todas las mujeres tienen derecho a ser informadas y a elegir el método según sus propias motivaciones. Una elección que también es defendida por la Ley de Autonomía del Paciente.
Actualmente es posible elegir entre dos técnicas hasta la novena semana de gestación. De una parte, el método instrumental en el que se realiza una aspiración intrauterina con bomba de vacío bajo anestesia local o sedación y monitorización ecográfica en tiempo real. Técnica que conlleva un tiempo de realización de unos cinco minutos y una estancia en la clínica de unas dos horas. Y un segundo método que consiste en un tratamiento médico en el que se usan dos medicamentos, Mifepristona y Misoprostol, con diferentes dosis y vías de administración. Frecuentemente esta técnica se lleva a cabo en la casa de la mujer y suele demorarse al menos tres días.
Existen comportamientos paternalistas que pretenden hacer creer que las mujeres no tienen el criterio o la madurez suficiente como para elegir entre estas dos técnicas, prevaleciendo el criterio de determinadas administraciones sanitarias u organizaciones, o situando por encima de la voluntad de la mujer las preferencias de los/as profesionales, ejerciendo así, una violencia institucional sobre estas mujeres, al eliminar las opciones de elección en lugar de ampliarlas.
Asimismo, de la lectura del texto legislativo se entiende que la objeción de conciencia no diferencia entre los distintos tipos de aborto. Es decir, no facilita la oportunidad de ser objetor al aborto instrumental y no serlo a la técnica farmacológica. Y es que si bien el aborto con fármacos distancia al médico/a del proceso, ya que es la mujer la que prácticamente por sí misma realiza el procedimiento, generando al personal médico y sanitario menos problemas éticos o profesionales; priorizar estos intereses en detrimento de los derechos de las mujeres es una salida en falso que mermará la seguridad sanitaria, la libertad de elección, la privacidad y el acompañamiento.
Los/as profesionales de ACAI siempre apostamos por la formación y respondiendo a ese propósito dicha instrucción se incluyó como objetivo en el articulado de la Ley. Hoy por hoy, esa formación no se ha producido, no se han creado unidades multidisciplinares en la Sanidad Pública que integren la capacitación médica, la perspectiva psicológica y el acompañamiento. Por el contrario, se está buscando una salida en falso que pasa por apostar por la generalización del método farmacológico en detrimento del instrumental y la adopción de técnicas más largas, dolorosas y con un mayor impacto emocional en el caso de interrupciones de segundo y tercer trimestre.
Por otra parte, resulta cuando menos impactante que los/as defensores de la generalización del método farmacológico obvien sistemáticamente algunos datos médicos, no sabemos si por desconocimiento o porque los intereses de la industria farmacéutica, la falta de formación, la objeción de conciencia profesional…son poderosas razones que los llevan a no considerar aspectos tan básicos como los siguientes:
Es un hecho reconocido que las mujeres que se someten a una IVE farmacológica dentro de las nueve semanas de gestación, sufren mayor número de efectos secundarios, mayor intensidad de dolor en la expulsión y mayor número de días de sangrado. Asimismo, y frente a aquellos/as que abogan por extender el farmacológico al segundo trimestre, nos vemos obligadas/os a explicar que una IVE realizada con esta técnica más allá de la semana nueve de gestación, suele ser un proceso más largo, con más complicaciones y un mayor impacto emocional.
Si el aborto farmacológico se impone como la única técnica IVE, estaremos renunciando a formar a los/as profesionales para que garanticen la necesaria convivencia de ambos métodos; las mujeres se verán privadas de una técnica, la aspiración, que eligen mayoritariamente. El aborto provocado será realizado por profesionales poco comprometidos/as, los procesos serán más largos y la mujer, lo quiera o no, tendrá que vivenciar su IVE.
Dejemos a las mujeres decidir conforme a su situación médica, personal e íntima. Porque no desean ni deben ser tuteladas por intereses profesionales, médicos, políticos y, sobre todo, económicos.
Francisca García y Eva Rodríguez. Presidenta y Vicepresidenta de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la IVE.
Excelente artículo que explica de manera muy clara el derecho de la mujer a decidir cuál método elegir lo cual está en su pleno derecho y que entendamos que la mujer no necesita que la obliguen a elegir pienso son lo suficiente maduras para tomar decisiones y ningún político debe decidir por ellas .