¿Qué pasa con la calidad empresarial?

Por Mª A Castellanos Valverde

Logreros es un término que utiliza Keynes cuando habla de empresarios especuladores  y señala que “el empresario solo es tolerable en la medida en que se pueda considerar que sus ganancias están relacionadas en alguna forma con lo que sus actividades , a grandes rasgos y en algún sentido han aportado a la sociedad”

Interesante reflexión, ¿están justificadas las ganancias empresariales con lo que empresarios y directivos aportan a la sociedad?

Pongamos algunas cifras sobre la mesa.

La encuesta cuatrienal de estructura salarial que publica el INE nos da información de salarios según ocupación desagregando por sexos, medias y percentiles.

Según esta encuesta el salario medio en los puestos de dirección y gerentes se sitúa en 52.512,99€, en 20.695,20€ para el percentil 10  y alcanza los 81.059,93€ en el percentil 90.

Para la ocupación “Trabajadores de los servicios de salud y el cuidado de personas” el salario medio se sitúa en 14.971,15€, en 4.766,24€ para el percentil 10 y para el percentil 90 en 24.414,38€, esto si hablamos de ambos sexos, pero si hablamos de mujeres en una ocupación que está muy feminizada, los salarios se sitúan de media en 13.969,92€, 4.615,60€  en el percentil 10 y 23.044,80€ en el percentil 90.

Diferencias abismales que determinan que las mujeres que menos cobran y que están ocupadas en servicios de salud y cuidado para las personas tendrían que trabajar 18 años para cobrar lo que cobran en un año los directivos con los salarios más altos.

81.059,93€  suponen 18 años de trabajo esencial frente a 1 año de trabajo en la dirección,  me resulta imposible encontrar una justificación para este desequilibrio desde el punto de vista de lo que cada una de estas personas aportan al bien común, al bienestar y al sostenimiento de la vida, es más, a la vista de lo que ha ocurrido cuando lo que estaba en riesgo eran nuestras vidas y la salud pública, se me ocurren muchas razones para invertir esta relación.

No obstante, estos grandes empresarios y directivos se creen llamados a liderar nuestro futuro y durante estos días están celebrando una cumbre empresarial bajo el lema “Empresas españolas liderando el futuro” una cumbre con más de 150 intervenciones programadas de las que, por cierto, apenas 22 son de mujeres.

En esta masculinizada cumbre participan esos directivos que según las encuestas del INE, ganan en un año lo que una cuidadora en 18, se trata de directivos de grandes empresas que ejercen el poder desde la situación privilegiada que les dan los recursos económicos.

En sus intervenciones muestran interés por el reparto que se pueda hacer de los fondos públicos, de los ingentes recursos que van a llegar y que por supuesto quieren para las empresas.

Reclaman fondos públicos y liderar el camino hacia el futuro al tiempo que patronales como ASAJA, en ese mismo foro, piden que el Gobierno les deje en paz, que no se hable de esclavitud  porque les perjudica y señalan que la esclavitud está prohibida, así como si la prohibición por si misma fuera garante de la extinción de una realidad.

Quieren invisibilizar y minimizar un grave problema de explotación extrema que se produce en el sector, un sector que se enriquece con el trabajo de personas que no tienen ni alojamientos dignos y que sobreviven en campamentos improvisados o en naves abandonadas. Hoy hay personas viviendo en esa situación, esas personas son las que están trabajando el campo y hay quien se sube al púlpito patronal y pide al Gobierno que mire para otro lado al tiempo que presume de cifras de producción, exportaciones y riqueza y se niega a que esa riqueza llegue a quienes la generan, se niegan a pactar mejoras salariales, se niega a proporcionar alojamientos dignos a las temporeras, incluso se niegan a revisar la veintena de convenios de su sector que tienen tablas salariales por debajo del SMI. Le podemos poner otro nombre, pero sigue siendo esclavitud.

El presidente de CEOE, Antonio Garamendi que anunció la cumbre diciendo “queremos que se nos escuche”, ha señalado que son las empresas las que tienen que liderar el futuro y poner en marcha España y, pudiera parecer que para justificar  por qué hay que escuchar su voz, ha dicho “nosotros que tenemos la experiencia de lo que pasa en el mundo del día a día”, así como si el resto viviéramos experiencias y vidas fuera del “mundo del día a día” o como si las y los temporeros que pernoctan en naves no tuvieran la experiencia de lo que pasa en el mundo cada uno de sus duros días, y seguro que también quieren que se les escuche y probablemente sus propuestas sean opuestas a las de unas patronales que reclaman recursos, flexibilidad y acallar las voces de quienes denuncian el abuso empresarial.

El perfil del empresariado no es neutral, tienen una alta incidencia en el desarrollo económico y en el reparto de la riqueza, por tanto tenemos que cuestionarnos qué clase de empresariado está al frente del tejido productivo de un país o de una región, cuáles son sus perfiles y competencias, cómo justifican sus propias ganancias y si estas ganancias que perciben se deben  a lo que sus propias actividades han aportado a la sociedad, como señalaba Keynes,  o más bien tienen su origen en la actividad de los trabajadores y trabajadoras de las empresas o en los movimientos especulativos.

Para cambiar de modelo productivo y de modelo económico, hay que cambiar el perfil del recurso empresarial que, además, como estamos viendo en la cumbre de CEOE, está muy masculinizado.

Existe un trabajo titulado “La calidad del recurso empresarial en España: indicios e implicaciones para la competitividad”, de  Emilio Huertas Arriba y Vicente Salas Fumás  en el que analizan la calidad del recurso empresarial a partir de diversos indicadores.

El trabajo relaciona la calidad del recurso empresarial con las causas de la heterogeneidad observada en empresas y empresarios, y con las consecuencias de la misma para la competitividad del conjunto de la economía.

En sus conclusiones señalan que la evidencia sugiere que podría existir un déficit de educación formal en el conjunto de personas que acceden a estos puestos, consecuencia de que fallan los mecanismos de selección por mérito y competencia profesional.

Para mejorar la profesionalización sugieren desvincular o limitar el acceso a la función empresarial a través de la herencia o el parentesco familiar, dando mayor importancia a los conocimientos y a la profesionalización de la gestión.

Apunta Thomas Piketty en su libro “Capital e ideología” que, “en el fondo, cada régimen desigualitario reposa sobre su propia teoría de la justicia. Las desigualdades no sólo deben justificarse, sino ser plausibles y dar coherencia a la organización social y política ideal.”

El empresariado español parece que también tiene su propia teoría de la justicia que consiste en no perder sus ganancias, en externalizar sus riesgos en quienes trabajan en sus empresas, en obtener recursos del Estado y en bajar su contribución a la generación de los mismos, y todo ello porque se han autonombrado faro de crecimiento y buque hacia el futuro, aunque la realidad es que no son las empresas, es el trabajo el que crea riqueza, el que nos provee de todo aquello que necesitamos y el que nos conduce hacia el futuro.

Necesitamos un cambio en el empresariado para avanzar y crecer de forma más justa y con mayor reparto de la riqueza.

La propuesta de Huertas y Salas de un empresariado más formado u otras propuestas que hablan de fomentar el talento y los proyectos empresariales  más innovadores puede ser un primer paso, pero para que el cambio llegue al conjunto de la sociedad son necesarios mecanismos que avancen en el reparto de la riqueza, que promuevan la corresponsabilidad y la atención a los cuidados sin convertirlos en otro objeto de mercantilización desde la precariedad, hacen falta mecanismos que pongan a la vida en el centro, necesitamos un sistema que ponga toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad subordinada al interés general, algo que aunque aparece recogido en la Constitución de 1978 no parece que se esté aplicando.

1 Comment

  1. Totalmente de acuerdo con el mensaje de fondo del artículo. Felicidades a la autora. Es algo que vengo diciendo desde hace mucho tiempo: la falta de profesionalización de la gestión de las empresas. Solo añadiría que también hay un déficit formativo del empresariado en temas de sostenibillidad corporativa. Desconocen las técnicas y herramientas de la sostenibilidad y siguen pensando que las acciones de RSE y de sostenibilidad suponen un coste y un sacrificio para las empresas. Mientras continue existiendo esa actitud empresarial, muy dificilmente se podrá iniciar el cambio de modelo económico y productivo. Decir además que desde las Administraciones Públicas tampoco se está reconociendo ese desfase o gap en el empresariado y, por tanto, no se están tomando las medidas adecuadas. Se siguen aplicando medidas de incentivos fiscales y ayudas públicas a las empresas; y así nunca resolveremos el problema estructural. Reitero la felicitación por el artículo y animo a la autora a seguir luchando en la eliminación del patriarcado y en favor de las políticas de igualdad de género.

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