Solo el más puro etnocentrismo y el sumo cinismo europeo, puede situar el inicio de las hostilidades en la respuesta rusa frente al avance incontrolable de la maquinaria bélica de la OTAN
Por Dani Seixo
«Todo lo que es revolucionario, lo que enseña, lo que trata de guiar, lleno de luz y de conciencia, de claridad y de belleza, a los hombres y a los pueblos a mejores destinos, hacia más altas cumbres del pensamiento, de la vida y de la justicia, encuentra la reprobación más encarnizada del imperialismo; encuentra la valla, la condena, la persecución macartista.»
Fidel Castro
«El imperialismo surgió como desarrollo y continuación directa de las propiedades fundamentales del capitalismo.»
Vladímir Lenin
Cuando el 24 de febrero de 2022 las tropas rusas cruzan las fronteras de Ucrania, para llevar a cabo lo que su gobierno consideraba una Operación Especial destinada a evitar el asesinato sistemático de la población rusa del Donbass y la proliferación armamentística del gobierno ultraderechista surgido en Kiev tras el Euromaidán, todas las alarmas se activaron de forma inmediata en los países que conforman la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Tras el absoluto desprecio al Acuerdo de París, que por un momento parecía poner fin a la guerra fría y dotar a Europa de un marco de seguridad estable, las guerras de Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia… Las innumerables revoluciones de colores destinadas a desestabilizar o directamente sustituir a los socios políticos predilectos de Moscú, el cerco a sus fronteras constantemente amenazadas por la incesante ampliación de la OTAN cara al Este o la retirada unilateral de Washington del Tratado sobre Misiles Anti-
Inmediatamente, ignorando cualquier tipo de análisis mínimamente riguroso o medianamente consciente, gran parte de la mal llamada izquierda europea arrojó al debate la pétrea idea de una guerra interimperialista, no solo fagocitando en el absurdo absoluto los más básicos postulados marxistas, sino además, comprando acríticamente el marco de análisis de la verdadera máquina bélica del imperialismo estadounidense, únicamente por no verse señalados, censurados o apartados de los círculos intelectuales y mediáticos propios de las democracias burguesas, en las que todo un ejército de arribistas, pseudointelectuales, entristas e ignorantes a sueldo de todo tipo, han vivido hasta ahora muy cómodamente interpretando el papel de falsa pluralidad en un régimen que ante la primera amenaza real, no ha dudado en mostrar su claro carácter totalitario y violento.
El anuncio de Washington mostrando su intención de situar armamento nuclear en Polonia, la incorporación de nuevos países fronterizos con Rusia a la OTAN o el despliegue de una fuerza de choque en Taiwán, buscando una clara provocación frente a China, arrojan la inequívoca realidad de un imperialismo estadounidense decadente y agresivo, dispuesto a todo antes de ceder el dominio mundial a una realidad más plural y democrática
En el naciente mundo multipolar, la pérdida de la absoluta hegemonía estadounidense, el declive de las tasas de ganancia de las grandes potencias y la crisis permanente de un sistema en el que surgen nuevos actores con capacidad para influir en el resultado de las acciones sobre el tablero global, desafiando con ello al imperialismo estadounidense, se encuentran claramente las profundas y verdaderas razones insertas en este nuevo conflicto armado en suelo Europeo. Los cimientos de un nuevo poder más equilibrado reflejado en los BRICS, la posible independencias otorgada a Europa por proyectos como el Nord Stream II o la nueva Ruta de la Seda china, además del surgimiento de crecientes y cada vez más constantes resistencias militares a los planes de Washington, suponen los auténticos desencadenantes por los que Estados Unidos, apoyado en una Europa sumisa e inconsciente, decidió forzar dos intentos de golpe de estado en suelo ucraniano, finalizando en último de ellos en un régimen abiertamente banderovski, surgido de la veneración y asimilación de las supremacistas ideas del líder nacionalista ucraniano y colaboracionista de los nazis, Stepán Bandera.
La proliferación de símbolos y manifestaciones públicas ultraderechistas, la militarización de la sociedad, la prohibición de partidos políticos y medios de comunicación, la persecución a líderes comunistas, simpatizantes o hablantes rusos, los castigos físicos ejercidos en público o la humillación y ejecución de personas pertenecientes a diferentes minorías o sectores opositores, supuso una constante en Ucrania, amparada y fomentada por una Unión Europea únicamente centrada en participar del esfuerzo económico exigido por Washington para preparar a Kiev para la guerra. En medio del silencio o la complicidad de gran parte del espectro político europeo, incluidos aquí los sectores progresistas que hoy parecen soliviantados por la escalada violenta, la población del Donbass sufrió en sus propias carnes una guerra destinada a eliminar cualquier atisbo de sentimiento prorruso en un territorio que occidente había decidido usar como ariete contra el gobierno de Vladimir Putin.
Hoy claman por la Paz aquellos que decidieron mirar para otro lado cuando era el Donbass el que se desangraba fruto de la artillería y la aviación de Kiev, sustentada y engrasada con la financiación de nuestros gobiernos, se alarman por la llegada de la guerra a Europa quienes nunca han dado la oportunidad de la Paz a Palestina, Yemen, Siria o Líbano. Solo el más puro etnocentrismo y el sumo cinismo europeo, puede situar el inicio de las hostilidades en la respuesta rusa frente al avance incontrolable de la maquinaria bélica de la OTAN. El anuncio de Washington mostrando su intención de situar armamento nuclear en Polonia, la incorporación de nuevos países fronterizos con Rusia a la OTAN o el despliegue de una fuerza de choque en Taiwán, buscando una clara provocación frente a China, arrojan la inequívoca realidad de un imperialismo estadounidense decadente y agresivo, dispuesto a todo antes de ceder el dominio mundial a una realidad más plural y democrática. Solo un necio o un insensato puede negarse a ver lo que es ya una realidad palpable.
Hoy claman por la Paz aquellos que decidieron mirar para otro lado cuando era el Donbass el que se desangraba fruto de la artillería y la aviación de Kiev, sustentada y engrasada con la financiación de nuestros gobiernos, se alarman por la llegada de la guerra a Europa quienes nunca han dado la oportunidad de la Paz a Palestina, Yemen, Siria o Líbano
Y son precisamente los necios del falso progresismo europeo los que hoy emponzoñan el debate acusando a Rusia de iniciar un conflicto que el propio Moscú se empeñó en soterrar bajo los acuerdos de Minsk, despreciados y rechazados por el peso de las armas occidentales con las que Kiev continuó asesinando a la población de las Repúblicas Populares hoy ya plenamente incorporadas a la Federación Rusa. Los mismos que agitan las acusaciones de régimen censor contra el gobierno de Putin, mientras censuran los medios de comunicación rusos en sus propios países o miran para otro lado mientras Julian Assange o Pablo González se encuentran encarcelados sin las más mínimas garantías procesales por ejercer un periodismo libre. Son los cínicos estómagos agradecidos de la progresista Europa los que hablan de democracia, mientras cimentan cleptocracias corruptas y ajenas a la voluntad popular de un continente que ha decidido abstenerse del absurdo sainete partidista burgués. Mientras tanto, sus gobiernos patrocinan y jalean golpes de estado en Venezuela, Bolivia o Italia. Los mismos que acusan de capitalista a un Putin que no es sino la reacción a la agenda del capitalismo salvaje instalado en Moscú tras la caída del muro, tal y como hoy comenzamos ya a recoger el pardo fruto de la semilla cosechada durante la crisis del 2008 y el secuestro de la democracia a manos de tecnócratas y ajustes económicos que no eran sino el rearme despiadado de la eterna guerra de clases en la que el proletariado europeo se encuentra cautivo y desarmado ante el avance del capitalismo y sus matones fascistas.
Acusan a Moscú de despiadado y cruel, mientras guardan silencio ante el bloqueo a Cuba, las sanciones a Venezuela, Irán, Corea del Norte, Yemen y tantos otros pueblos que pagan con el hambre y la miseria el atrevimiento de no rendirse ante el imperialismo. Silencian los efectos devastadores de la doctrina de «Shock y pavor» sobre Irak, la matanza de de My Lai, Haditha o Sabra y Shatila y premian con el Nobel de la Paz a criminales de guerra como Barack Obama o Aung San Suu Kyi, mientras tildan de dictadores y genocidas a todos aquellos líderes que han querido conservar y garantizar la plena soberanía de sus pueblos. Che Guevara, Thomas Sankara, Salvador Allende, Patrice Lumumba, semillas y esperanza de sus pueblos que hoy vuelven a amenazar al imperialismo asesino asestando paso a paso clavos en un ataúd que se hunde inexorablemente ante la resistencia palestina, afgana, vietnamita, yemení, vasca, venezolana o cubana. Solo un necio o un insensato puede acusar de imperialista a un pueblo que ha decidido responder al avance de la agresión estadounidense, un pueblo que ha devuelto el golpe a un Imperio acostumbrado a combatir ante enemigos indefensos. Quienes todavía se muestren incapaces de situar esta guerra en un contexto amplio de contestación a un Imperialismo decadente, quienes todavía equiparen a Moscú y Washington, solo pueden ser necios totalmente convencidos y profundamente alienados o directamente insensatos cómplices con la maquinaria del imperialismo estadounidense. Sea como sea, elementos peligrosos y desechables a la hora de avanzar en la senda de la liberación de los pueblos.
Excelente artículo!!! Hace tiempo que no leía un artículo tan veraz, completo y contundente.
Saludos!!!
Obrigado, Jesús!