El periodista millonario lo es porque ha dejado de hacer periodismo y el periodista pobre lo es porque ha continuado haciéndolo.
Por Lucio Martínez Pereda
La función del periodismo en un sistema democrático es actuar como cuarto poder que critica los abusos, informa sobre la injusticia, denuncia las ilegalidades y señala la corrupción de los restantes poderes.
Es muy difícil- más bien imposible- que esa función se lleve a cabo y al mismo tiempo se consiga un enriquecimiento como el alcanzado por Ana Rosa Quintana
Para que la ciudadanía pueda juzgar sobre el grado de independencia de los periodistas sería necesario que los presentadores de televisión y los directores de periódicos hiciesen públicos sus intereses económicos. La transparencia no ha de ser algo que sólo obligue a los representantes políticos, para que la democracia funcione bien también ha de ser aplicada a quienes tienen poder para crear opinión pública.
En España existen muchos obstáculos para que el periodismo ejerza su responsabilidad democrática como cuarto poder. Los más importantes están directa o indirectamente relacionados con su dependencia económica de fondos públicos gestionados políticamente y dinero procedente de corporaciones empresariales privadas.
Si la ciudadanía no tiene a su disposición información sobre estas cifras económicas el crecimiento de la desconfianza y la falta credibilidad sobre la información periodística aumentará y ello únicamente redundará en beneficio de propuestas políticas antidemocráticas.
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