Nos hemos encontrado de repente en una situación en la que se nos pide que garanticemos la continuidad de las actividades de aprendizaje sin que nosotros ni nuestro alumnado acuda al centro docente. Parece una tarea imposible.
Aunque enseguida se vienen a la cabeza todas las herramientas tecnológicas que hemos aprendido en los cursos de formación, lo que realmente hace falta es poner en funcionamiento canales de información efectivos. En muchos casos, estos ya están funcionando. Son muchas las personas que ya utilizan habitualmente las aulas virtuales en su día a día. Pero si eres una de las personas que aún no lo ha hecho, es la oportunidad de comenzar.
¿Por qué las aulas virtuales son una buena solución? En primer lugar, porque se ha hecho una gran inversión: servicios informáticos para instalar y mantener las aulas virtuales de los centros, cursos de formación, creación de materiales, etc. En segundo lugar, porque utilizando las plataformas que nos recomiendan las administraciones nos aseguramos el cumplimiento en el tratamiento de datos del alumnado, y de la seguridad de los ficheros que utilizamos en ellas. En tercer lugar, porque aprender el uso de estas herramientas es una competencia elemental en el mundo actual, ya que se utilizan en la formación universitaria y en muchas empresas. A través de aulas virtuales es ya posible formarse en universidades como Harvard, el MIT, y muchas otras.
¿Cómo se trabaja en un aula virtual? Como en cualquier otra. Se necesitan tres acciones principales: decidir lo que queremos que el alumnado aprenda; diseñar una actividades para que ese aprendizaje se produzca; ofrecer un feedback que permita progresar en los aprendizajes.
Para decidir los aprendizajes que deseamos, el entorno online no supone ningún impedimento. De hecho, en general nos debería servir la programación didáctica, si la hemos diseñado con la suficiente flexibilidad.
En cuanto a diseñar las actividades, son muchos los factores que entran en juego. Dependiendo del estilo didáctico de cada uno, va a resultar más o menos fácil crear actividades para que puedan ser realizadas desde los domicilios. Una clase magistral, por ejemplo, sería muy fácil (no voy a entrar a discutir la efectividad). Sin embargo, el trabajo colaborativo del alumnado puede llegara ser imposible. Voy a ofrecer algunos ejemplos de actividades que se pueden proponer para hacer en casa.
– Tiempo diario de lectura libre.
– Práctica diaria, con juegos de mesa o interactivos en los que intervenga el cálculo y la lógica.
– Tabla diaria de ejercicios.
– Registro de observación de las plantas de casa: cálculo del agua que hace falta para regarlas, registro del crecimiento,…
– Informe de menús diarios en los que se justifique si son variados y equilibrados.
– Diseño de algún cambio en casa, con elaboración de planos, toma de medidas, etc.
En este punto es necesario hablar de la planificación. El aula virtual vuelve a ser una fantástica opción, donde se puede ofrecer una propuesta de planificación de actividades, una «todo» list, un panel «kanban», o cualquier forma de organización. El mantenimiento de estas herramientas de planificación también es una actividad interesante en sí misma.
Voy a hablar por último de la evaluación. Esta debe estar presente durante todo el proceso. Es la parte que más se debe cuidar en una situación no presencial. Dependiendo de la naturaleza de la información una herramienta será mejor que la otra. Es importante utilizar las herramientas del aula virtual para mantenernos todo el tiempo en un entorno seguro. Los foros son perfectos para organizar preguntas y respuestas que quedan disponibles para que cualquiera pueda consultar. La mensajería privada (del aula) nos permite la atención individualizada, tanto de las personas tutoras, como del profesorado de apoyo. El chat nos permite la comunicación en tiempo real. El streaming puede ser interesante para las dudas más complicadas, donde el docente puede explicarlas a la vez que atiende las dudas en el chat. En fin, lo importante es arropar al alumnado durante todo el proceso, ofreciendo todo el feedback que necesitan para sacar el máximo de las actividades de aprendizaje.
En resumen, para evitar un parón en los aprendizajes del alumnado no hacer falta proponer miles de actividades, ni que estas estén diseñadas con las herramientas más modernas. Lo que hacen falta son profesoras y profesores con cabeza que acompañen y supervisen al alumnado durante estas semanas de cierre de los centros. Que se aseguren que siguen desarrollando de algún modo todas las competencias, y que estén disponibles para lo que el alumnado necesite.
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