Prostitución: mujeres como bienes de consumo

Por Beatriz Rubio

Tras este histórico 8M ha venido, como no podía ser de otra forma, un análisis de esta jornada y del propio feminismo: la participación de tantísimas mujeres, la concienciación de la sociedad sobre el feminismo, la movilización de gente que nunca lo había hecho o la crítica (necesaria) a personajes y agrupaciones políticas de la derecha de nuestro país queriendo subirse al carro ahora. Y en los últimos días he vuelto a leer sobre un tema que se mantiene candente y que muchas veces nos divide a las feministas: entre las que apostamos por la abolición de la prostitución y las que apoyan su regulación.

Normalmente las críticas al abolicionismo son considerar que queremos coartar la libertad de las prostitutas que supuestamente se prostituyen sin ser forzadas por nada ni por nadie, el pensar que es un trabajo más, como cualquier otro, o incluso que regular la prostitución serviría para acabar aboliéndola. Por no hablar de esos hombres que aparecen defendiendo a capa y espada la prostitución (regulada, sin regular o como sea).

Vayamos por partes. Me alegra que estemos consiguiendo que esta sociedad comience a darse cuenta de las desigualdades de género que existen. Cuando un espacio está copado principalmente por hombres o, en su defecto, se encuentra altamente feminizado, debemos analizar por qué. Es evidente que la prostitución tiene un claro componente de género, pero esta desigualdad parece que la normalizamos. Y, por supuesto, en muchas ocasiones también encontramos un componente racial.

Desde que existe la propiedad privada, esta queda delegada a los hombres, y esto trae como consecuencia el patriarcado. Ellos poseen y nosotras somos las que trabajamos para ellos y las que tenemos que satisfacer sus necesidades. Y esto es la prostitución, mujeres que deben satisfacer las necesidades sexuales de los hombres. ¿Cuántas veces habéis escuchado a un hombre decir que “se va de putas” (sea más o menos cierto que lo vaya a hacer)? ¿Y cuántas veces se lo habéis escuchado decir a una mujer? Porque os recuerdo que también hay mujeres a las que les gustan las mujeres y creo que es complicado que escuchéis que quieran “irse de putas”.
Lo que sí he escuchado decir a mujeres es que si no les sale nada “se meten a putas”. Creo que está claro.

Viendo que hay un problema de género, vamos al asunto económico y de clase. El sistema quiere mantener la prostitución porque da dinero. Se nos deshumaniza, somos moneda de cambio. El factor económico justifica la explotación, también la sexual. Leo y escucho que esto es un trabajo normal y que igualmente existe explotación en otros oficios. El problema es que hayan conseguido que normalicemos la explotación y que lo veamos como algo intrínseco al trabajo. La diferencia es que la prostitución como tal ya es explotación. No puede ser un trabajo normal cuando es la salida que se ven obligadas a tomar las mujeres de clase trabajadora para combatir su precariedad.

Nuestro objetivo con la prostitución no debe ser regularla, pues eso supone el crecimiento de esta industria con la consecuente necesidad de más mujeres que satisfagan la demanda. Y quienes dirigen este mercado son hombres que no están preocupados por la libertad de las mujeres, sino por beneficiarse de ellas.

Las mujeres no somos propiedad, ni objeto de consumo, ni mercancía.

La naturaleza del consentimiento en la prostitución siempre va a estar basada en relaciones de poder. Por mucho que hablemos de la libertad de la prostituta. Ese pago es para satisfacer al hombre, y ese hombre ni siquiera va a pensar en el disfrute de ella.
En una relación sexual no tenemos que hablar de consentimiento, sino de deseo. Consentir es dar permiso y nos tendríamos que preocupar por el hecho de que los hombres estén dispuestos a mantener relaciones con una mujer sólo por interés propio.

Si queremos avanzar hacia la abolición del trabajo que segrega en función del género, la prostitución no tiene cabida. Tampoco esos casos concretos de “elección propia”, que no conllevan a la emancipación colectiva. No podemos romantizarla y verla como algo transgresor.

Las mujeres no debemos tener que apoyarnos en medidas de un sistema capitalista y patriarcal, sino que debemos combatirlas y romper estas estructuras.

Las mujeres no somos propiedad, ni objeto de consumo, ni mercancía.

3 Comments

  1. Buah Bea este es un tema que me da mucho que pensar y del que se debería abrir más debate. Siendo como soy no puedo defender otra posición más que la abolición pero luego hablo con prostitutas que me ven como una amenaza, como alguien que les quiere robar el pan a sus hijxs y quitarles un trabajo que les «gusta» y con el que disfrutan según ellas.
    Creo que dentro de este sistema la abolición de la prostitución es impensable, hay que abordar el problema de raíz. Dentro del capital el machismo estará arraigado en todas sus expresiones.
    Un besito y gracias por exponer el tema!

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