Por Carlos Martínez
No cabe ninguna duda que la aparición de la ultraderecha en el panorama político español fue el acicate para que muchas personas de izquierda se acercaran a votar en las últimas elecciones generales, a pesar de que no le convenciera ninguna de las formaciones que se presentaban a las mismas con ciertas garantías de obtener representación.
Constituida ya una mayoría progresista en el Congreso y el Senado, el siguiente paso es formar gobierno. Lógicamente, el partido ganador de las elecciones debe tomar la iniciativa. El PSOE es un partido tímidamente socialdemócrata del que ya conocemos su forma de gobernar. Junto con medidas económicas muy contadas y levemente redistribuidoras, no ha dudado en aplicar recortes económicos y derechos de los trabajadores, ha endurecido la legislación represora del estado español y no ha dudado en bombardear criminalmente a Yugoslavia y Libia.
Pedro Sánchez preferiría formar gobierno junto con Ciudadanos, por la misma razón que antiguos miembros y asalariados de Izquierda Unida formaron Podemos. Cuanto menos de izquierda seas, más fácil lo tendrás para gobernar. Los capitalistas prefieren antes al PP que al PSOE, y a estos antes que a Podemos. Como nosotros preferimos antes a Podemos al Psoe y a Ciudadanos antes que a la ultraderecha.
Hete aquí que la derechización de la sociedad española no solo ha domado a la izquierda, sino que Ciudadanos, antaño socialdemócrata, ahora es un partido que prefiere pactar con los neofascistas antes que con el PSOE, por lo que Pedro Sánchez sólo puede gobernar con el apoyo directo del partido de Pablo Iglesias y la abstención, al menos, de los partidos nacionalistas.
Julio Anguita dirigió IU en coyunturas similares y siempre antepuso el programa a los cargos. Por eso Felipe González prefirió pactar siempre con los nacionalistas de derechas (PNV y CiU). Eso le valió al dirigente comunista una campaña de desprestigio en su contra encabezada por el grupo Prisa. Se le acusó de hacer “la pinza” con la derecha contra F. Gónzalez. La desinformación tuvo éxito, para que negarlo.
Ahora, Pablo Iglesias (teórico discípulo de Julio Anguita) ha antepuesto los cargos al programa. Habrá quien defienda que la mejor forma de implementar políticas de izquierda es desde el propio gobierno. Entiendo que no, que la mejor forma es mantenerse fuera del gobierno y prestar un apoyo condicionado a Pedro Sánchez. Los altos cargos públicos son puestos muy golosos a los que se le suele tener apego. No es la primera vez ni será la última que representantes políticos anteponen sus intereses personales a los intereses de sus electores.
Es muy complicado en este momento hacer políticas claramente de izquierdas. Nunca los gobiernos políticos han tenido menos poder y autonomía que en este momento histórico. La financiación de las administraciones públicas está en manos de banqueros que imponen sus condiciones. Los tratados internacionales, la pertenencia a instituciones como la UE y la OTAN, la Constitución y los poderes fácticos y burocráticos de las administraciones forman una trama de la cual es casi imposible escapar.
Aún así, Unidas Podemos lo tiene muy fácil, en lugar de negociar puestos, podría establecer un calendario para que el parlamento derogue las últimas contrarreformas del Partido Popular: Estatuto de los Trabajadores, Ley “Mordaza” y persecución de delitos políticos y de opinión mediante el Código Penal. No parece gran cosa, pero visto lo visto, ya supondría un avance. Si el PSOE incumpliera esos compromisos, Unidas Podemos lo tendría fácil, el gobierno necesita cada año su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, por tanto siempre está a tiempo de retirar el apoyo a Sánchez.
Pero hay otro aspecto que nos debería preocupar más, dependiendo de la situación económica, este gobierno podría verse forzado a recortar los derechos sociales y laborales. En ese panorama ¿Quién encabezará en las calles las protestas de los trabajadores? En un país con los sindicatos domesticados y sin formaciones políticas a la izquierda del gobierno estaríamos totalmente indefensos frente a medidas reaccionarias. No podemos esperar más firmeza de Podemos que de Syriza.
Quizás lo importante en estos momentos no sea si se tienen 30 o 60 diputados, o si hay un vicepresidente de gobierno que sea de Podemos, sino que los que podamos confiar en nuestros políticos, que nos defiendan y nos representen en las instituciones. Y de la corta historia del partido de Iglesias, tras todos sus bandazos ideológicos, luchas de poder, filtraciones… confianza, confianza, no dan mucha.
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