Postureo político en redes sociales, la última moda en el Congreso

Por Guillermo Rodríguez

¿Qué tienen en común PP, PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos? Cuesta imaginar que estos cuatro coincidan en algo, pero lo hacen. Todos ellos sin excepción han caído en la moda del postureo en redes sociales.

Da igual si son de izquierdas o de derechas, de los nuevos o de los viejos. Los políticos, o más bien sus responsables de comunicación, han descubierto el potencial de sitios como Facebook o Twitter y están dispuestos a aprovecharlo. Aunque su estrategia para conseguirlo me pone los pelos de punta.

Me explico.

Twitter, Facebook, Juntos, Intercambio De Información

Yo soy de los que piensan que los políticos deberían usar las redes sociales para contar sus propuestas de forma más cercana y mantener un contacto directo con los ciudadanos. Pero en vez de eso se dedican a atacarse unos a otros, repetir como loros consignas y mensajes vacíos y, en general, hacer lo que yo llamo postureo político.

El postureo se define como la “adopción de ciertos hábitos, poses y actitudes más por apariencia que por convicción”.Para que lo entiendas, postureo político es subir a Instagram una foto montando en bici porque es la semana europea de movilidad y no hacer nada por aumentar el uso del transporte público. Postureo político es apoyar a los ganaderos en Facebook y permitir que les sigan pagando una miseria por cada litro de leche. Postureo político es pedirle a la gente en Twitter que se haga donante de médula y luego recortar en Sanidad. Y así podría seguir un buen rato, me temo.

Luego están los políticos que confunden lo personal con lo profesional y acaban pareciendo adolescentes con ganas de notoriedad. No se cortan a la hora de subir selfies en mítines, actos y reuniones (acompañados del eslogan de turno), compartir el vídeo viral del momento o hablar de lo mucho que les gusta tal o cual serie. Supongo que lo hacen por ganarse la simpatía de la gente; ya se sabe que si un candidato ve Juego de Tronos tiene asegurado el  voto joven.

No digo yo que no tengan su vida personal, como cualquier hijo de vecino. Pero a mí personalmente me importa un huevo ver sus fotos o saber lo que hacen en su tiempo libre.Cuando reclamamosmás transparencia no nos referimos a eso, creo yo. Si sigo a un político es para conocer de primera mano sus opiniones y sus acciones políticas.

Pero el postureo político alcanza sus cotas más denigrantes en catástrofes y tragedias de toda índole. Tú imagina que explota una bombona de butano en el edificio dónde vives (Dios no lo quiera): cuatro muertos, ocho heridos y veinte desalojados. Pues enseguida Mariano, Susana, Pablo y Albert enviarán sus condolencias y solidaridad. ¿Cómo, llamándote por teléfono? No, que andan muy liados. Lo harán a través de un mensaje en su cuenta de Twitter: “Todo mi apoyo a los afectados por la explosión de gas en ******. Nuestro corazón está con ellos”, o algo así. Bueno, a lo mejor ni lo han escrito ellos, si no el becario a cargo de su cuenta, pero la intención es lo que cuenta.

A mí lo de las condolencias públicas siempre me huele a cuerno quemado. Las condolencias, si son sinceras, se dan en privado.De otro modo parece un gesto de cara a la galería, algo para aparentar y quedar bien en el telediario. Exactamente lo mismo pasa con las felicitaciones.

La vergüenza ajena que producen los políticos en redes sociales va más allá del postureo político. Especialmente irritante es su manía de chincharse unos a otros como niños de parvulario. Quienes alumbraron la democracia en Grecia se revolverían en sus tumbas al ver como el intercambio de argumentos razonados ha sido sustituido por el intercambio de ‘zascas’ en Twitter.

Bueno, quizás pienses que cada uno es muy libre de usar las redes sociales como quiera (y no te falta razón). Lo que es una vergüenza se mire por donde se mire es que lo hagan durante su tiempo de trabajo.Un ejemplo es lo que ocurre habitualmente en el Congreso, donde sus señorías se dedicaban a tuitear en medio del debate. Sí, sí, lo que oyes. Si ya es de mala educación usar el móvil en el trabajo, encima perder el tiempo en internet durante un debate que se supone trascendental es ya de juzgado de guardia. Merecerían que los bedeles del Congreso hicieran como en el cole y requisasen todos los móviles a la entrada de la sala.

Para terminar, creo que la nueva política no debería ser abrirse una cuenta en Twitter, si no que la gente de a pie tenga una influencia real sobre las decisiones políticas.En las próximas elecciones propongo que la votación se haga a través de una encuesta de Facebook. Al menos así nos ahorraríamos el paseo al colegio electoral.

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